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REAL MADRID 95 - ZALGIRIS KAUNAS 67

No cesa la fiesta del Madrid

Rudy, Mirotic y Sergio Rodríguez dirigen otra exhibición del equipo de Laso ante un Zalgiris sin respuesta. El gran momento del equipo blanco llevó 11.429 espectadores al Palacio.

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Rudy Fernández entra a canasta.
Rudy Fernández entra a canasta. JESUS ALVAREZ ORIHUELA

Si esto sigue igual, de paliza en paliza, puede que el aficionado blanco caiga algún día en la rutina. Bendito hábito pensarán. Pero para eso, si llega, falta todavía mucho. El seguidor madridista anda aún en otra fase, la de frotarse los ojos sin cerrar la boca. Admiración y sorpresa continua por el juego de este Madrid, que provoca el efecto llamada en el Palacio: 11.429 espectadores, la mejor entrada de la temporada y… subiendo. 

Da igual que no exista tensión clasificatoria y que la gente llegue a sus asientos haciendo cábalas sobre la diferencia final. Eso no es lo importante, sino lo que pasa en la pista, el espectáculo, que no siempre repite guión. Ante el Efes, la semana pasada, fue la noche de los alley-oops. Esta jornada tocaba otro show, el de Rudy. Inmaculada primera parte que arrancó con espíritu colectivo, con sacrificio y defensa, rebañando cada balón del aro, y con visión de pase. Todos sus puntos, esos 14 de inicio, se descolgaron desde una aportación altruista, sin ningún ánimo de protagonismo (“va por mi madre, que está ahora en un momento bajo”, dijo tras el partido). 

A su lado, Mirotic, que suma aunque no lo pretenda. Por puro talento. Gran arranque también de Llull, de Darden, de Bourousis, que por la baja de Felipe Reyes (sobrecarga en el cuello) coincidió con Mejri en pista varios minutos. Anotaron, pero aún más: anularon a unos pívots con pedigrí, a Javtokas, Lavrinovic y Jankunas (14 puntos entre los tres por 17 de Mirotic).

La pimienta la puso el choque entre Justin Dentmon y Sergio Rodríguez. El base americano del Zalgiris ha crecido desde la llegada de Stombergas al banquillo de Kaunas y puede ser una de las sensaciones de la temporada. Se picó con el Chacho, tanto que este le empujó en dos acciones ganándose en la última la antideportiva. La entrada de Sergio en el encuentro fue sublime, pero a partir de ahí se le apagó la sonrisa. Acostumbrado a noquear al rival con guante blanco, sin mancharse las manos, ni a él le gustó su gesto. Antes de irse al banco clavó dos tiros limpios, sonido a red perfecto. Con eso se quedó la grada.

El último cuarto se empleó como carril de desaceleración y le sirvió al Zalgiris para limitar el aluvión y edulcorar algo el resultado final: 95-67, cuando la renta máxima había tocado los 35 tantos. Minutos también para Dani Diez. El Palacio disfruta y crece a la vez, un poquito más grande cada jornada.