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EUROBASKET | LITUANIA 77-CROACIA 62

Lituania se mete en la final europea diez años después

Kleiza primero y Kalnietis y Maciulis después dirigen el excelente partido de Lituania, que se escapó en el tercer cuarto (21-8). El mejor de Croacia fue Bogdanovic.

Los jugadores de Lituania celebran el pase a la final.
GEORGI LICOVSKIEFE

Lituania se mete en una final Europea diez años después. De los héroes de Estocolmo, que en 2003 batieron a la Selección española (93-84) consiguiendo un oro que también les valió una invitación de por vida en la cadena de restaurantes Pizza Jazz, sólo queda Ksistof Lavrinovic, el jugador número doce ahora en Eslovenia.

Los de Kazlauskas llegaron a Eslovenia en un segundo plano. Tras el traspié en su Eurobasket dos años antes (derrota ante Macedonia en cuartos), un país como Lituania, que vive por y para el baloncesto, no confiaba en los suyos. La medalla parecía una utopía. Y en la primera fase a punto estuvieron de darles la razón. Lituania rozó el fracaso (Bosnia estuvo cerca de mandarles a casa a la primera de cambio, en un partido que perdían por 14 puntos), pero en la segunda fase sacaron pecho, desquiciando a la Francia de Parker y acabando con pleno de victorias.

A Croacia le salió bien su defensa zonal ante Ucrania en cuartos y repitió estrategia frente a Lituania. Pero si los hombres de Fratello acabaron con 3 de 22 desde la línea de tres, Lituania no siguió el mismo guión, aunque se le enfriara la muñeca en el último cuarto (llevaba 8 de 15, aunque acabó con 9 de 23). Y a eso hay que sumar a un Kleiza con ganas (17 puntos en los primeros once minutos de juego, 22 al final) tras su flojo partido ante Italia, a Maciulis apuntándose su duelo con Bogdanovic y a Kalnietis dando un clínic ante un descolocado Ukic.

Croacia aguantó dos cuartos, a pesar de las pérdidas (seis en el primer asalto) y de que ni Tomic ni Ukic estaban en el partido. El pívot del Barça tardó más de tres cuartos en anotar su primera canasta (había anotado antes tres tiros libres) y Valanciunas, primero con él y sobre todo con Zoric, se hacía grande en la pintura (cinco tapones). Los de Repesa no perdían la fe y seguían creyendo en que la segunda final de su historia (la primera fue la de los Juegos de Barcelona) era posible. Pero llegó el tercer cuarto. Diez minutos en los que Croacia (8-21) sólo anotó una canasta en juego (Simon, el 43-39). De ahí, que el asalto final no tuviera mucha historia y el banquillo báltico ya celebrara el pase a falta de siete minutos (69-49, min. 33, tras canasta de Kalnietis). Lituania, un país de 3,2 millones de habitantes que obtuvo su independencia hace 22 años, subirá el domingo al podio, el décimo en su historia (ocho desde 1991). En un país donde el baloncesto es su otra religión, los lituanos vuelven a creer.