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Pepa Senante: "Al principio nos llevamos algún paraguazo"

Una de las componentes más carismáticas de la primera Selección española femenina de la historia y símbolo del baloncesto madrileño, recuerda para AS cómo comenzó todo.

Pepa Senante, componente de la Selección femenina de 1963.
CARLOS MARTINEZ
Nacho Albarrán
Nació en Madrid en 1972. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense. Entró en AS en 1996 para documentar partidos de fútbol y estuvo en Cierre antes de encargarse, durante cinco años, de la delegación de Asturias. Después formó parte del equipo de Ediciones y fue redactor de Baloncesto. Desde 2017 se ocupa del tenis día y noche.
Madrid Actualizado a

¿Cómo se ha sentido en este acto tan emotivo de reconocimiento?

Emoción, alegría… no me lo esperaba. Casi me he sentido como el primer día que vestí la camiseta. Una cosa grande, hermosa, pero muy rara.

¿Cómo le dio a usted por practicar baloncesto en aquellos años 60?

Empecé a jugar en el colegio Asunción, de Madrid, y la entrenadora, Ita Poza, nos fue metiendo el gusanillo del baloncesto. Cuando se acabó la época escolar continuamos jugando con ella e hizo un equipo, el CREFF (Colegios Reunidos de Educación Física Femenina). De ahí vino todo lo demás.

¿Cómo surgió el tema de la Selección?

Antes de nada hay que reconocer que teníamos más facilidad, porque había muy pocas jugadoras. Hicieron una preselección y Cholo Méndez escogió a las que creyó convenientes.

¿Qué recuerdos tiene de aquel primer partido de junio del 63?

Emoción, nervios, no saber muy bien qué hacer. Pero cuando empezó y dimos cuatro carreras ya se nos pasó todo.

¿Es cierto que en aquella época no estaba muy bien visto que las mujeres practicaran cualquier deporte?

Totalmente. Fuimos a campos, en Granada por ejemplo, donde nos llamaron de todo. Algún paraguazo recibimos cuando estábamos sentadas en el banco. Pero lo nuestro era algo que tenía que suceder.

¿Se imaginaban la evolución que tendría el baloncesto femenino en España?

Para nada. No sospechaba nada de todo lo que eso podría traer. Jugábamos porque nos gustaba, era una diversión. Además, en el equipo éramos todas muy buenas compañeras, amigas… Era un hobby, ni más ni menos.

En cualquier caso fue una experiencia inolvidable…

He tenido mucha suerte por haber vivido todo esto que estamos recordando ahora.

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¿Cómo ven a las chicas de ahora, jugando a un nivel tan alto?

Me encanta y me produce una envidia sana cuando las veo por televisión. Digo, ‘qué pena no haber nacido un poco más tarde para estar ahí’.

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