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EUROLIGA | CSKA 89 - CAJA LABORAL 78

Un CSKA de otra galaxia se adelanta y asusta al Caja Laboral

El equipo de Tabak sacó la bandera blanca al primer golpe ante el poderío del equipo moscovita. San Emeterio se lesionó en el codo cuando el equipo quería reaccionar.

Actualizado a
San Emeterio intenta penetrar ante Kaun y Papaloukas.
SERGEI ILNITSKYEFE

El CSKA quiere ir a Londres por la vía rápida. La del 3-0. Aunque su hinchada es perezosa: algo más de 4.000 personas presenciaron el asalto inicial de cuartos. En el inicio de la serie contra el Caja Laboral, el equipo de Messina se quitó la presión del favorito bien pronto: a los cinco minutos (15-6) tenía ya engrasaba la bisagra de la puerta hacia el 1-0. Ante el transatlántico rojo, si vas a medio gas, te aplasta. Y al primer guantazo, el equipo de Tabak apartó la cara, sacó la bandera blanca y se dejó ir. Cook hizo el pasillo a Teodosic, que jugó a placer, sin atacar su bote ni con ayudas potables, y para los locales fue un entrenamiento contra un equipo de verde (para exhibir la green capital de Vitoria). Bastó la primera parte para zanjar el debate. Luego los rusos vivieron de las rentas.

Messina movió las piezas como quiso. Tras su paso por la NBA, el exentrenador del Madrid ha evolucionado. Ahora sí le gusta tener en todo momento una referencia interior y no desdeña los ataques de doce segundos. Lo bordó primero con Teodosic, luego con Papaloukas y después metiendo ritmo con dos directores: el internacional serbio y Jackson. En el descanso, los números eran sonrojantes: el CSKA tenía un 71% en tiros dobles (este año firmaba un 56%), un 50% en triples (transitaba hasta ayer por el 40%) y 15 asistencias, dos menos que su media del curso en los 40 minutos. Mientras el Baskonia llegó a acumular hasta un 1/13 en triples. La diferencia se movió hasta el 56-35. La defensa era un desastre, con ayudas muy largas y cambios automáticos en los bloqueos que liberaron demasiado fácil al que cortaba.

Por lo menos, el equipo, coincidiendo con Pleiss en pista, trató de maquillar el tanteo al final del tercer acto. Hubo más deseo y una respuesta de carácter, aunque, claro, jugar peor era imposible y sólo podía haber una evolución positiva. Una canasta del alemán, su sexto punto, puso cierta incertidumbre a falta de 12:55 para acabar (64-52). El capitán Saneme, sin registros en 29 minutos de partido, tiró de coraje y anotó por fin. Luego, en una salida de contraataque, recibió un golpe en el codo y quedó tendido en el suelo con cara de preocupación. Pidió el cambio y habrá que ver si evolución de cara al segundo acto de la serie, el viernes. Causeur, Milko Bjelica y el espíritu de Nocioni fueron lo único que planteó batalla. Lampe y Nemanja Bjelica sencillamente no comparecieron. Krstic fue un seguro de vida. Y Weems, un jugador espectacular en tiros abiertos tras balón doblado, reestableció las cosas cerca del final, aunque el castigo no fue tan mayúsculo gracias a la cosmética vitoriana. El viernes, segunda oportunidad para no volver al Buesa con la espada de Damocles.