CSKA MOSCÚ, 81 - REAL MADRID, 72
El CSKA exhibe su arsenal ante un Madrid que salió dormido
El equipo de Messina lo bordó de inicio (47-28). Los blancos reaccionaron, con Rudy a gran nivel, pero ni siquiera salvaron el 'basket-average'. Tendrán que ganar al Efes.
Pocos desafíos hay más escabrosos en la actual Euroliga que intentar ganar al CSKA en Moscú. Obliga a poner los cinco sentidos, toda la intensidad y concentración posibles para tener alguna opción de éxito. Justo lo contrario que hizo el Madrid, de ahí que fuera perdiendo por 19 puntos tras el descanso (47-28). Como este equipo tiene orgullo, trató de enmendarlo, en especial, Rudy Fernández, pero la victoria había saltado por la borda. Ni siquiera se salvó el ‘basket-average’, los ocho puntos de ventaja de la ida, porque cayó por nueve (81-72). Ahora, para obtener el factor cancha, para acabar segundo, el Madrid debe vencer el próximo jueves en el Palacio al Efes. Un triunfo por un punto le sirve.
La puesta en escena fue de un contraste brutal. El Madrid salió a ver qué pasaba y el CSKA, a pasarle por encima. Y le atravesó con el ordeno y mando de Teodosic y esos tiritos que son como picaduras de abeja africana. Uno, otro y así hasta que la víctima cae redonda. Con Sonny Weems, un alero de nivel NBA; con Nenad Krstic, que partió desde el banquillo para destrozar la defensa blanca, aturdida. Entre varias opciones, siempre elegía la equivocada.
Quien se pregunte por la ‘manías’ de Messina, por su decálogo de entrenador, esas normas básicas que son ley en sus equipos, lo tendrá ahora un poco más claro. Persigue la superioridad física en cada puesto, buscada un verano tras otro en el mercado de fichajes, ese minimizar errores (sólo tres pérdidas al descanso), la atención machacona a diario en los detalles, en especial atrás, esta vez con Carroll y los bloqueos. Una defensa que viene antes que el ataque, donde busca siempre la ventaja en los emparejamientos, la brecha en la presa rival para tirarla abajo con un último pase, el extra, el definitivo. Cuesta encajarlo todo, que funcione, pero cuando fluye da gusto verlo. De verdad.
Pero no es fácil y no siempre lo consigue, como en el tercer cuarto, cuando el Madrid puso sobre la pista el carácter que le faltó antes. Y Rudy añadió el resto, con una demostración soberbia de talento y voluntad (11 puntos en ese periodo). El único que se revolvió de verdad contra la adversidad, el único, al menos, con argumentos. Mal partido de los bases, quizá empujados por el resto, abusando del bote, sin circulación, sin opciones interiores, algún balón colgado para Slaughter y ya. Enfrente, Krstic y Khryapa aplastaban por físico y talento a sus pares. Para pelear en estas cotas, el Madrid necesita un ‘cinco’ titular. Le faltaba en septiembre y le falta ahora. Y más si Mirotic hace dos faltas de carrerilla y no vuelve a entrar en el partido.
Rudy, mucho Rudy, y un arreón de garra colectivo en el sprint final le dio a los blancos la opción de soñar (74-67), aunque fuera muy poquito, con otra remontada heroica, hubiera sido la más épica de la temporada. Imposible. Sergio Ródríguez erró un triple para ponerse a cuatro. Antes, en el tercer cuarto, con 55-45 y tras una canasta de Krstic, recibió una técnica que estiró de nuevo la goma: 61-45. El inicio timorato condenó al Madrid. En otro partido podría valer, en este, de ninguna manera. El cartel de favorito al título tiene cuello, el del CSKA. Pero eso es hoy; mañana, veremos. El balón gira rápido.