Un Madrid de fábula se va hasta los 104 puntos

Si su primera aproximación al partido es por el resultado, quizá piensen que el Khimki es una banda, incluso de malhechores por aquello del nombre. Pero no. Los de Kurtinaitis aterrizaron en Madrid compartiendo liderato y, aunque regresen a Moscú con otro semblante, pelín escocidos, tendrán sus días de gloria en esta Euroliga. Un equipo serio, con un base genial (Planinic), que suele minimizar errores. Y decimos suele, porque el Madrid ayer le exigió el infinito en la segunda parte y lo reventó. Lo sacó de la pista en un tercer cuarto de fábula, con Rudy y Mirotic rasgando a sus pares, todo clase. Con Llull apretando, con Begic intimidando y con Draper en plan machacón atrás.

El Madrid volaba, literal, a galope tendido. Se echó en brazos de su defensa para contraatacar, con dos contra uno que hicieron pupa a Planinic ya al final de la primera parte, con una retaguardia aguerrida y a la vez dispuesta a ayudar al compañero. El premio, otra vez más de cien puntos por tercera vez esta campaña, 104 exactamente. La anotación encandila, pone al Palacio en pie, pero esos destellos tienen su origen no sólo en el talento, sino también en el trabajo solidario. Esa mezcla y no otra es la que repartirá los títulos.

En los primeros minutos habíamos visto a un Madrid que no acababa de fluir, lejos de sus mejores registros. El duelo era de nivel y el Khimki­ penalizaba una defensa de intensidad baja con muchos triples: 7 de 12. Los de Laso marraban diez tiros libres. En pleno atasco, Felipe Reyes tiró del carro: del 16-23 al 46-45. Pese a la reacción local, el equipo ruso se iba feliz al descanso. "El Madrid se nos da bien", pensaban sin intuir el golpe de gracia que iba a caer sobre ellos. Un hachazo vehemente: 33 puntos en un tercer periodo infernal para los visitantes. La grada enloqueció con Rudy (tocado en la espalda) y con Mirotic; con Llull y con Carroll. Faltaba la traca final, el debut de Hettsheimeir. Estamos todos.