La historia no mete canastas. Resulta una simpleza decirlo, pero quizá olvidáramos que por mucho que vista el nombre de Cantú, los rivales a la altura del Madrid en este grupo son otros. El bicampeón de Europa (82 y 83) no tiene aún la talla para venir al Palacio a ganar, al menos a un Madrid medio despierto. Bien Pietro Aradori­, escolta con fuerza y clase, y bien Jeff Brooks­, un forward con recorrido por delante. Pero mejor, claro, los de Laso, que no aburrieron ni cuando­ vencían por 20 en el último­ cuarto.

Un alley-oop de Slaughter por ahí -genial el que culminó después de que Sergio Rodríguez driblase a dos contrarios y se pasara el balón por la espalda-, un contraataque­ eléctrico de Carroll por allá. Y un triple de Mirotic y un robo con mate a dos manos de Llull y un canastón de Rudy y una asistencia de Suárez y una buena defensa de Draper... Más de mil motivos, más de mil razones, cantaba Sabina, para pasar una tarde en el Palacio. Porque de nuevo hubo una gran entrada en Goya (9.235 espectadores en puente­), y de nuevo una destacaba actuación de Begic­. Tanto, que acabó con medallita al cuello, la del crack del partido.

Pocas veces verán un cambio tan acusado en un jugador de una quincena para otra. Aprovechó cada balón en ventaja para machacar, taponó, se movió con habilidad al poste y, sobre todo, le vimos rápido de pies y manos para barrer rebotes que antes se le escapaban como a un cuarentón achacoso. Me dirán que enfrente no topó con la Gran Muralla, pero no se trata de eso, sino de confianza, de más arrojo. Va para arriba física y mentalmente ahora que Hettsheimeir anda al caer. Acabó ovacionado cuando se sentó, a 27 segundos del final, para que entrara el canterano Hernangómez. Si me lo permiten, pelín rácano estuvo ahí Laso con el chaval.

Como en la Liga, el Madrid mantiene el liderato, pero que se agarre que llegan curvas: Liubliana y Atenas, dos salidas seguidas. De los seis primeros partidos en Euroliga, cuatro a domicilio. Pero hay equipo.