Baloncesto | Copa del Rey | El cuaderno de Antoni Daimiel
Rodríguez, Velickovic y Reyes, triángulo letal
Un triángulo para semifinales. El Real Madrid tuvo que sufrir, sudar y agobiarse en viernes, con un fin de semana muy duro por delante. Tocó esperar treinta y cinco minutos para ver quién iba a ser el encargado de acabar con la tensión del momento y solucionar el trámite que había derivado en marrón. Y no fue un solo jugador el salvador. Fue un triángulo, como símbolo de emergencia y precaución. Y el Fuenlabrada cedió el paso. Nada que ver este triángulo con el ofensivo de los equipos de Phil Jackson o con el triángulo de presión alta de Mourinho. Fue el triángulo isósceles formado por Sergio Rodríguez, Novica Velickovic y Felipe Reyes el que resolvió el partido en los últimos cinco minutos. Reyes y el ala-pívot serbio ya habían lanzado al equipo en el segundo cuarto. Pablo Laso estuvo valiente y despierto para detectar la resolución y decidir por obligación la suplencia de Mirotic en los últimos doce minutos de encuentro. Sergio asistió y metió un triple-losa, les avaló el suministro a sus pívots ocasionales.
Una sorpresa que no lo es tanto. Los derbis regionales de los cuartos de final le endemoniaron la papeleta a un legítimo cabeza de serie y cartel como Unicaja. El equipo sevillano del Banca Cívica es el equipo más grande de los pequeños, un grupo diseñado para llenar de minas los caminos de los grandes. Especula para igualarse, detiene el tiempo y reduce espacios con una fórmula distributiva que concentra a pillos y extractores en el perímetro y que prefiere concederle mayor margen para la anotación a los jugadores altos. A los pívots los aleja del aro aferrados a su buen lanzamiento. Entonces la defensa rival duda si salir a tapar esos tiros o provocar un scalextric de vías de entrada hasta la canasta para jugadores como Earl Calloway, Jasen, Urtasun y Satoransky. Preceptos tácticos que ayer no tuvieron que ser explotados al máximo porque su gran desempeño defensivo provocó 21 pérdidas de balón del Unicaja. El equipo malagueño bajó la cabeza con un Freeland frustrado por las puertas que le cerraron y porque ningún compañero apareció con otras llaves. Señales repetidas de falta de referencias e identidades con una confusión de jerarquías que dio lugar a una sorpresa que no lo es tanto.
Enemigo localizado. Los peores enemigos que se ha encontrado el Real Madrid en lo que llevamos de temporada han sido pequeños y de raza negra. Sin llegar a la categoría de McCalebb ni de Aaron Jackson el base del Banca Cívica Calloway acapara todas las virtudes de los bajitos: rápido, listo y hasta alegre con el viento a favor. Sus defectos se los calla y los esconde. Hijo de un ministro religioso de Atlanta, Calloway es un exhoosier de la Universidad de Indiana que siempre está callado porque siempre está pensando. Un base termómetro que tiene por costumbre hacer coincidir sus mejores partidos con los más importantes. Sus dos mejores encuentros como jugador universitario en EE UU fueron los dos últimos, en el torneo final de la NCAA contra rivales particulares como Jeremy Pargo, Darren Collison y Russell Westbrook.