Campeón, anfitrión y favorito

copa del rey | barcelona 75 - alicante 54

Campeón, anfitrión y favorito

Campeón, anfitrión y favorito

Recital del Barcelona (60-31, minuto 26) ante un Alicante desarbolado que maquilló lo que pudo el marcador en el último cuarto. Brilló Rabaseda y los pívots azulgranas jugaron a su antojo.

Un hecho: hace una década que el anfitrión no gana la Copa. Otro: nadie se ha llevado tres Copas seguidas desde hace 29 años. Y un tercero, categórico: si alguien puede romper la maldición del equipo local y jugar al tres en raya en la fiesta de la Copa es el Barcelona, este Barcelona que comenzó el curso entregado a su defensa, la mejor de Europa pero con un ataque cuestionable, Navarro con problemas físicos y más burocracia que magia. Pero ha llegado enero y han llegado los tambores de guerra y el equipo de Xavi Pascual ha sacado el rodillo. Sigue defendiendo como nadie y ha recuperado brío ofensivo. Ha recuperado a Navarro y una versión cercana a la óptima de Fran Vázquez. Es líder en España, tiene los cuartos de Euroliga en el bolsillo y hay que hacer memoria para recordar su última derrota.

Tras la jornada del jueves quedan seis equipos que pueden ser campeones en el Sant Jordi. Cinco de ellos, Caja Laboral y los cuatro que juegan el viernes, compiten entre ellos y compiten contra el Barcelona, favorito de consenso y una bestia competitiva que parece en uno de esos estados de gracia que le hacen intocable. Alicante, pobre Alicante, fue al que le tocó pasar por allí en cuartos. No es un equipo en su mejor momento pero no es ni mucho menos el amasijo de impotencia nerviosa con el que jugueteó el Barcelona. Sin Urtasun o Freire, desde hace tiempo sin Singler y con Ivanov febril y entre algodones, no era el mejor momento pero sobre todo no era este Barcelona el mejor rival. Queda, inmaculada pese a este zarandeo, su excelente temporada y su hueco en esta Copa que no es sino una fotografía de los ocho mejores hasta el ecuador del curso. Su mérito, descomunal.

Diferencia abismal

El Barcelona se permitió un primer tiempo de rodaje (17-14) y un último de descanso activo (13-19). En el meollo del metraje destrozó a Alicante: 19-15 en el inicio del segundo cuarto, 60-31 superado el ecuador del tercero. En el minuto 26 la diferencia de valoración era 91-8. Al descanso (41-25), Alicante no había repartido ninguna asistencia (12 del Barça) y había padecido un martilleo incesante de tapones (6-1) y mates (4-0): números que cartografían el drenaje psicológico al que sometió el Barcelona a un rival que acabó asustado cerca del aro, agarrotado en la distribución y atenazado porque cada balón fallado iba a las manos del rival (23-15 en el rebote durante ese instrumental primer tiempo). Llompart se quedó sólo -botando y botando, tirando y tirando- Ivanov sólo apareció al final, Ellis se lesionó y Barnes acabó a un kilómetro del aro, lejos de los brazos eternos de los pívots del Barcelona. Alicante entendió pronto que no había partido. Y no va en su debe: no lo había.

Al Barcelona, más malas noticias para sus rivales de aquí al domingo, no le hizo falta Perovic y no le hizo falta la aportación de Huertas o Eidson, asesinos de guante blanco que seguramente tendrán su momento en el torneo. Navarro jugó poco pero a su antojo (10 puntos, 4 rebotes, 5 asistencias, 20 de valoración en 18 minutos) con un par de canastas marca de la canasta y un clínic de lectura del pick and roll. Mickeal hizo números (7 puntos, 10 rebotes) y Rabaseda aprovechó la ausencia de Ingles para hacer 16 puntos a golpe de mates y triples, los tres primeros sin fallo en plena fractura del partido en el segundo cuarto (33-17, minuto 15).

Pero donde el Barcelona aniquiló a Lucentum, al margen de su colosal mezcla de fundamentos y físico en defensa, fue en la zona. La recuperación de Fran Vázquez, la enorme temporada de Ngong y la dulzura eterna en la que vive Lorbek da al Barcelona, con Perovic en la recámara, una riqueza y una profundidad en el juego interior que le hacen definitivamente inasequible. Rebote, intimidación y juego por encima del aro hasta que el partido tenía, visto y no visto, una tonalidad azulgrana imposible de voltear. Primero Ndong, después Vázquez, siempre Lorbek (17 puntos). Demasiado para Alicante, demasiado para cualquiera. Esa es la realidad, a priori terrible, pero también el hermoso reto que tienen por delante Baskonia y los que se presentan en sociedad el viernes: un Barcelona en perfecto estado de revista. Un Barcelona campeón, anfitrión y favorito.