Baloncesto | La intrahistoria
Un pívot que quería ser karateca
Mirza Begic nació en Bijeljina en julio de 1985, en una localidad bosnia muy próxima a las fronteras con Serbia y con Croacia. La guerra en la antigua Yugoslavia le llevó a emigrar a Alemania cuando todavía era un niño (entre 1993 y 1995). "Allí no jugaba al baloncesto, pero era un fanático de las películas de kárate". Emulaba a Karate Kid. Siempre fue el más alto de la clase, "tanto que en tercer grado, con once años, ya superaba al profesor". Acabó la guerra y volvió a Bosnia, a Tuzla, y empezó a jugar. Con 15 años se marchó a Eslovenia y obtuvo la nacionalidad, selección a la que defiende ahora: "Allí se preocupaban más por mí, me lesioné y todo fueron atenciones". Con 2,16 metros ha explotado más tarde que otros jugadores: "Siempre fui muy delgado y crecí hasta los 20 años, por lo que tuve problemas en las rodillas, en los tendones, me costó hacerme como jugador. Pasé por Bélgica e Italia... pero mi carrera despegó cuando volví al Olimpia (Eslovenia)". De allí al Zalgiris y luego a Madrid, donde cumple ahora un año.