Eurobasket | El cuaderno
A los Juegos de la mano de un Navarro heroico
Objetivo cumplido. Tercera final consecutiva en un Eurobasket, clasificación directa para los Juegos Olímpicos y novena victoria en diez partidos. Con la contundencia de ser mejores y la imprudencia de no ser demasiado precavidos ante accidentes. Nos sobra airbag. La semifinal se sufrió durante veintisiete minutos en los que el esfuerzo defensivo de España fue mezquino, difícil de tolerar. Los rebotes ofensivos y los puntos de Gasol junto a esa mezcla de Ricky Rubio, Llull e Ibaka que le dio a la Selección decencia en la dedicación y sacrificio defensivo sirvieron de sustento, de avituallamiento para nuestro héroe repetido. Navarro volvió a exhibirse desatado y la costumbre nos lleva a no jalearlo en demasía. Afortunadamente quedará en los libros que metió 61 puntos entre el partido de cuartos y la semifinal de un Europeo. Cuando lo lean revisarán si se trata del año 2011.
Héroe de costumbre. Cimientos y estructuras tiemblan y los dogmáticos se escandalizan si cargados de razón y convencimiento contamos que un jugador, metiendo canasta tras canasta, se carga una semifinal de un Eurobasket. Y en realidad es reconfortante y esperanzador que ocurra, que en el año 2011 un partido de tal trascendencia pueda resolverse en manos de un jugón, que puñados de niños pequeños hayan visto por televisión un viernes por la tarde una oda a la pureza de la anotación, del uno contra todos, y que se piensen que el baloncesto es así. Ya crecerán y se enterarán de otras cosas pero quedará marcada en la memoria la manifestación de arte y estética de un producto nacido en el Bajo Llobregat entre talleres textiles y metalúrgicos. Lo más grande de San Feliú después de Jordi Hurtado y OBK.
Beneficios secundarios. Aun con una rotación de sólo ocho jugadores hubo opción de resolver asignaturas pendientes. Ricky Rubio metió por fin un lanzamiento triple y no pudo evitar la sonrisa del alivio. Llull contribuyó sin necesidad de examinarse en acciones de riesgo e Ibaka puede sentirse útil y valorado dentro y fuera del equipo. Pau Gasol no le cierra la puerta al oro olímpico, su obsesión por faltante en su fabuloso currículum y Navarro opta con todas las consecuencias por el MVP del campeonato.