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eurobasket 2011 | portugal 73 - españa 87

Bálsamo ante Cenicienta

España se deshizo limpiamente de Portugal, seguramente el equipo más débil del campeonato. La mejora de Calderón y Rudy, lo mejor junto a la jerarquía habitual de Navarro y Pau Gasol.

<strong>RUDY, RECUPERADO.</strong>
RUDY, RECUPERADO.

Los partidos de este tipo dejan más sensaciones que conclusiones y esta vez España progresó (no era difícil) con respecto al debut ante Polonia pero ni mucho menos enamoró. Sigue sin tocar el nivel que puede alcanzar y en ello influye que este era algo parecido al último partido de preparación. Hora temprana, gradas vacías, rival inexistente. El campeonato subirá de temperatura ante Gran Bretaña (rival inferior pero rival al menos) y entrará en combustión después: Lituania, Turquía, la segunda fase...

Gran Bretaña será un buen sparring, un rol para el que apenas alcanza Portugal, el equipo más flojo de un campeonato, recordemos, de 24 equipos. Ninguno de sus jugadores juega fuera del país y su rostro más conocido es el del hiperactivo seleccionador Mario Palma, que hace años hacía jugar a Angola a un nivel de revoluciones descomunal. Sin centímetros ni rotación interior era un equipo especialmente accesible para una España que necesitaba cualquier cosa menos emociones fuertes después de patinar en el segundo tiempo ante Polonia. Victoria sin sobresaltos, sin complicaciones físicas y en la que las diferencias se disimulaban en ritmo de pura pachanga y se hacían abismales cuando España pisaba mínimamente el acelerador. Mínimamente.

Con cualquier análisis profundo en cuarentena, España al menos enseñó trazas de lo que debería ser y de lo que será si se acerca al techo que puede alcanzar por profundidad, posibilidades y calidad. Calderón mejoró y Rudy empezó a parecerse a Rudy, excelentes noticias. El resto fue el goteo de Navarro (17 puntos en 18 minutos) y las estadísticas que firman los hermanos Gasol casi sin querer, sólido Marc (10 puntos, 9 rebotes) e instrumental Pau (20 puntos y 5 rebotes en menos de 20 minutos). De los exteriores, de su acierto en el tiro y su circulación de balón, depende la optimización de un juego interior que es el verdadero factor diferencial de España. La clave para desgastar hasta la demolición a los rivales de colmillo retorcido. Que llegarán.

El resto son las dudas. Las del partido de ayer que fueron las mismas, y aquí está el peligro, de Turquía y de los momentos más crepusculares del Eurobasket de Polonia. Una letanía que tiene a Scariolo en el punto de mira y que amenaza los cimientos de un edificio de apariencia descollante. El debate sobre los descartes, las rotaciones mecanizadas, la escasa optimización de las virtudes de cada jugador, las lagunas defensivas en cuanto el rival plantea sistemas de ataque de lo más rudimentarios a partir del ABC del pick and roll, desequilibrios a partir de problemas ante aleros altos, concesión de rebotes ofensivos... Y en ataque poca producción de los bases, individualismo perezoso que deja al equipo en mano de sus grandes estrellas (más que suficiente muchas veces), lagunas en la circulación y quebrantos en forma de vaivén en el tiro exterior (esta vez 6/20 en triples gracias al 5/7 de Navarro). Todo eso lo sabemos. Todo eso ya lo hemos visto demasiadas veces. Todo eso es lo que tiene que quitarse de encima España para borrar cualquier asterisco a su condición de gran favorito al título.

Si hay que sacar conclusiones de la aguada prueba ante Portugal, se puede aventurar que Scariolo quiso afianzar sus posiciones más que mezclar nuevas posibilidades. Quizá por eso en el primer tiempo no jugaron Sada o Claver y Ricky, San Emeterio y Felipe combinaron apenas 13 minutos. En el segunda parte, que incluyó un último cuarto de difícil digestión (21-10 para Portugal), hubo más pruebas, en defensa y ataque, y más distribución de minutos y roles, asunto que debería ser lujo y no calvario para un roster como el de España. Lo demás fue la victoria y las horas de espera, que ya se acaban. El verdadero campeonato se acerca y tendremos la primera muestra mañana ante Gran Bretaña. Y a partir de ahí, las verdaderas conclusiones, las sensaciones que valen medallas o fracasos, los tambores de guerra. La sustancia de la que están hechos los huesos de la mejor versión de este equipo. La que queremos ver y la que hará falta en un puñado de días.