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acb | caja laboral 61 - barcelona 71

Regal Barcelona elige el K.O.

Con más ánimo, más profundidad de plantilla y de recursos, más físico y más calidad, el Barça firma su regreso a la final ACB y venga el 0-3 del año pasado ante un Caja Laboral limitado.

<strong>BARCELONA, EN LA FINAL OTRA VEZ.</strong>
BARCELONA, EN LA FINAL OTRA VEZ.

Víctima y verdugo volvían al lugar del crimen, un Buesa Arena en el que el año pasado un 2+1 inolvidable de San Emeterio firmaba una de las grandes sorpresas de la historia de la era ACB. Un Barcelona hasta entonces pluscuamperfecto entregaba por la vía del cloroformo (0-3) la corona liguera a Caja Laboral. El regreso de ambos era esta vez un juicio sumarísimo en sentido inverso: Baskonia llegaba sentenciado del Palau y Barcelona tenía que elegir el método de ejecución. Eligió el K.O., el 3-0, la venganza definitiva (ya hubo ración en Copa) y el billete para su quinta final consecutiva.

La moraleja de la eliminatoria es que si el Barcelona ha retrocedido con respecto a la pasada temporada, Caja Laboral lo ha hecho mucho más. Por la ausencia de Splitter (capital) y por más cosas. El mensaje es que el equipo de Xavi Pascual no ha llegado esta vez cebado de éxito y con las piernas agotadas sino hambriento tras quedarse fuera de 'su' Final Four. Después de ese golpe y del azote de las lesiones está en rampa de lanzamiento hacia una temporada que puede acabar en Supercopa+Copa+ACB. Para Baskonia se cierre un año que suponemos será un paréntesis. Siempre vuelve y siempre compite. Y lo hará otra vez, suponemos, con más argumentos que los exhibidos en una serie en la que se ha quedado demasiado corto.

La sensación en los tres partidos ha sido que el Barcelona tenía una marcha más. Más plantilla, más recursos, más físico, más envergadura, incluso más motivación. Tal vez en su mejor momento de la temporada, el equipo azulgrana gana sin Mickeal y sin Basile y gana con un Ricky difuso que dejó en Vitoria sus mejores sensaciones de la serie (15 de valoración). Gana porque ha recuperado el juego de sus pívots, por los fogonazos de Navarro y Anderson, por el trabajo de Sada y Grimau y por una defensa otra vez irrespirable. Primero asfixió a Unicaja, ahora a Caja Laboral: 71, 62 y 61 puntos en este tercer partido con un goteo de una simetría siniestra entre cuarto y cuarto: 16, 15, 15, 15...

Caja Laboral no se puede achacar demasiado porque estaba fuera de la serie antes de jugar este partido. El Buesa Arena lo sabía y apretó, pero menos. El equipo vitoriano sólo mandó en el primer cuarto (hasta un 14-12) y después remó a contracorriente. Superó aguas revueltas en el segundo cuarto (22-30) y en el tercero (31-41). No se fue nunca del partido y llegó vivo al final (53-55, 59-62 con cien segundos por jugar). Nada más. No tenía más porque Teletovic hizo 7 puntos de salida y 2 en el resto del partido (3/10 en tiros), porque Barac y Marcelinho no fueron decisivos y porque San Emeterio sólo se disfrazó de Superman en el tercer cuarto, en el que anotó tres triples que frenaron el despegue de un Barcelona que apretaba cuando le apretaban, anotaba cuando le anotaban y respondía con triples a los triples y con mates a los mates.

Al equipo de Pascual no le hizo falta ganar el rebote (46-38, testamento de la infeliz pelea vitoriana). Le bastó con apretar las tuercas y forzar 13 pérdidas de un rival ansioso, consumido en un pésimo 16/52 en tiros de dos. En ataque tuvieron su momento Navarro, Lorbek, Perovic, Ndong o Fran Vázquez. El gallego resultó determinante en el último cuarto y expuso la diferencia de plantilla y de recursos (y de confianza) de ambos equipos. Puntos, rebotes, tapones y la quinta falta de Barac, todo en los momentos calientes: Caza mayor, un gigante contra el que chocaban rivales de menos envergadura y menos trascendencia. A Ivanovic no le ha salido el plan y a Querejeta no le han funcionado los refuerzos. Y Splitter, Splitter, Splitter: el recuerdo, la melancolía, el vacío cósmico.

Una serie que prometía emociones fuertes acabó de forma mansa, con un Barcelona tremendamente superior, menos brillante que en sus momentos más brillantes pero sólido, poderoso y hambriento: superior. Ahora mismo, favorito evidente al título ACB y así lo atestigua desde ya el cadáver del hasta ahora campeón, el orgulloso pero esta vez demasiado limitado Caja Laboral.