Los héroes de Treviso desafían al Benetton

Esa mesa alargada de la preciosa sala Affreschi Comune, en el Palazzo Rinaldi, no es cualquier cosa. Repesa, Petrovic, Pashutin, Plaza, Bulleri, Popovic, Bullock En última fila escucha, discreto, Djordjevic, la imagen de la campaña promocional de televisión del evento. Aquí está, al fin, la Final Four de la Eurocopa. En Treviso, el Véneto. "Después de la tierra está el cielo", se lee en los panfletos de promoción turística de la región. Eso, el cielo, es lo que quiere tocar el Cajasol, que viajó en el mismo Boeing 757 que llevó a la Selección de Luis rumbo a la Eurocopa de Austria y Suiza. Tal vez, una señal.

Plaza lee El tiempo entre costuras, de María Dueñas. Su ayudante, Zan Tabak, se inspira en El club Dumas, de Pérez Reverte. El Cajasol, lo ha prometido su entrenador, se dejará hasta la última gota de sangre. Para demostrar que en este viaje a la gloria todos son uno, Kirksay, el jefe del vestuario, entregó a cada uno de los integrantes del vuelo una cinta del pelo con sus iniciales y su dorsal.

"No te preocupes por mí", le dice Bullock a Plaza en uno de los ascensores del hotel Maggior Consiglio. Bullock ha viajado con sus dos hijas. Sabe que puede ser su último gran evento y lucha, como Plaza, por su segunda Eurocopa. Los dos repitieron la misma palabra sin parar ayer: "Disfrutar".

Dificultad.

Sweet Lou, Davis y Calloway, el Big Three del Cajasol, no han sido capaces de completar ni un entrenamiento entero antes de viajar a Treviso. Tal vez, mucho obstáculo para frenar al histórico Benetton (en Italia se pronuncia aguda, Benettón), un equipo con leyenda, que pierde a final de temporada el patrocinio de la firma textil.

Esta noche, a las 20:45, habrá 300 camisetas azules en un rincón del Palaverde. Son los mileuristas de los que habla Plaza, los que se han gastado el sueldo para vivir esta aventura, por los que sería capaz de tirarse al Guadalquivir de cabeza o de bailar con Falete. Cualquier cosa por un sueño.