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Baloncesto | Foro Ferrándiz-As

"Divac fue grande, pero no habrá otro Petrovic"

El documental 'Hermanos y enemigos' llegó al Foro Ferrándiz-AS

<b>GRAN AMBIENTE. </b>El salón de actos de la Fundación Ferrándiz se llenó para la presentación del documental, del que se proyectó un resumen de 20 minutos antes del coloquio.
jesús rubio

Se tarda años en construir una amistad, pero puede destruirse en cuestión de segundos". Así resume Vlade Divac su tumultuosa relación con Drazen Petrovic, hilo conductor de Hermanos y enemigos, documental con alma de road movie en el que el pívot serbio viaja a Zagreb en busca de redención mientras rememora la historia de dos de los más grandes del baloncesto balcánico y, por extensión, mundial. Canal+ estrena hoy la película y ayer la presentaron Nikola Loncar, Antoni Daimiel y David Carnicero en el Foro Ferrándiz-AS.

Loncar, serbio y formado en el Partizán como Divac, pone en perspectiva el calibre de los protagonistas: "Cualquiera que haya crecido en la antigua Yugoslavia sabe que el baloncesto allí es impensable sin ellos. Y eso son palabras mayores, porque allí no es sólo deporte, el basket es más, es una religión. Durante un momento tan difícil como la guerra, verles triunfar fuera era un orgullo y una esperanza para los jóvenes".

La misma guerra que acabó con la amistad entre ambas estrellas tras el oro en el Mundial 90, cuando Divac tuvo un incidente con un aficionado y le arrebató una bandera nacionalista croata. Loncar recuerda aquellos tiempos horribles: "Soy hijo de militar comunista y, aun así, durante bastantes años los jugadores no éramos muy conscientes de lo que pasaba. Hasta que empezamos a ver que en vez de ir 8.000 al pabellón iban 70. Nosotros no distinguíamos serbios, croatas, eslovenos... Pero después de lo de la bandera, Divac pasó a ser un enemigo público en Croacia. Lo cuentan Kukoc y Radja en el documental, cómo les presionaban sus allegados para que no le hablaran. Pero ambos fueron años después a su partido de homenaje. Si Petrovic siguiera vivo, hubieran vuelto a ser amigos. Seguro".

Aquel conflicto acabó con una selección yugoslava que acababa de ganar el Europeo 89 y el Mundial 90. Si hubieran seguido todos juntos, ¿cuál era su límite? Daimiel aún se lo plantea: "Lo que pudo ser y no fue nos da pie a imaginar. La gran pregunta es si hubieran podido plantar cara al Dream Team en Barcelona 92. En la final, Croacia con Petrovic de líder, más Kukoc, Radja... hizo un papel muy digno. Y cuando volvió a competir tras las sanciones, Serbia siguió ganando títulos. Creo que, si no ganar, al menos podrían haber competido con Estados Unidos. Aquella Yugoslavia era la mejor selección que se ha visto nunca fuera de la NBA".

La amistad entre Divac y Petrovic era una relación de opuestos. El metódico y obsesivo genio croata y la naturaleza relajada del serbio. "Cada día con Vlade (Divac) era una sorpresa. Siempre llegaba tarde, mal vestido, despeinado... Su aspecto exterior le daba igual, pero por dentro es un gran hombre. Nos concentrábamos con la selección y él llegaba 15 días tarde y se pasaba un par más dormido por el jet-lag, pero en cuanto estaba con nosotros nos sentíamos mejor, más seguros. Sigue siendo igual. Cuando vino a Madrid en 2006 para trabajar en el Real Madrid, le llevé al Bernabéu a una reunión, los dos metidos a presión en un Mini, y cuando llegamos al estadio me pide que le deje unos calcetines para el traje porque se le habían olvidado...", relata entre risas Loncar.

Nada que ver con Petrovic. Lo recuerda Daimiel: "Con 14 años yo vivía en Valladolid y vino la Cibona para jugar un amistoso. Fue tremendo. Drazen montó una pelea terrible y dominó el partido. Era insaciable, estaba convencido de que era el mejor del mundo. Sólo vivía para competir. Los enemigos eran su gasolina y, si no los tenía, se los inventaba".

Genio y figura.

Loncar suma una anécdota: "El padre de Jaric (ex del Madrid) coincidió con él en Sibenik cuando subió a entrenar al primer equipo con 15 años. No pasó una pelota, insultó a los veteranos, dio una exhibición y se escapó corriendo para que no le pegaran". Y Carnicero sentencia: "Yo idolatro a Petrovic. Tenía ese gen de niño terrible capaz de hacer cualquier barbaridad en la pista. Pero a mí ese carácter me encantaba, le hacía aún mejor".

Una competitividad que le llevó a chocar con otro grande, Djordjevic. "Siempre se rumoreó que Drazen no le quería en la selección. En Serbia, Djordjevic es nuestro Petrovic. Tras la guerra, sus logros eran una fiesta nacional", apunta Loncar

Pero el debate sobre su carácter se zanja hablando de baloncesto puro y duro. "Para que se hagan una idea los más jóvenes, Gasol tiene algo de Divac por condiciones físicas, visión de juego... Aunque Pau está un poco por encima. Pero Petrovic sólo es comparable a los más grandes, a Jordan, a Kobe... No en el estilo, sino en el espíritu competitivo. Triunfar en la NBA en su tiempo siendo un exterior era casi imposible, pero él en su último año acabó en el tercer quinteto de la Liga y no fue All Star sólo porque era extranjero. Era increíble", analiza Daimiel y Loncar remata: "Divac era muy grande, pero Petrovic... Ni existe ni existirá alguien comparable. No habrá otro como él".