Los inicios se convirtieron en una fase de tanteo entre dos equipos que salieron bastante fríos, sobre todo el Blancos de Rueda, que cometió varios errores, fruto de la precipitación en los lanzamientos, lo que concedió cierta ventaja a los baleares, más acertados cara al aro (4-8).

El técnico local, Porfi Fisac, no dudó en pedir un tiempo muerto para intentar imponer orden en el juego un tanto caótico de su equipo, lo que se tradujo en una mejora defensiva, un mayor aprovechamiento de los rebotes, y coordinación en ataque, para dar la vuelta al marcador (12-8), que Víctor modificaría antes de finalizar el primer cuarto (12-10).

Los locales salieron más centrados en la segunda parte e imprimieron un ritmo de juego más intenso de la mano de Stanic, lo que despistó a la apática defensa visitante y les permitió aumentar la renta hasta los once puntos (21-10), que hacía presagiar un partido cómodo para el Blancos de Rueda.

Pero entonces los locales se relajaron, empezaron a fallar en la faceta ofensiva y ofrecieron suficientes lagunas en su zona como para propiciar la remontada de un Menorca (21-17) que notó cierta mejoría en defensa y consiguió impedir la reacción del Blancos de Rueda antes del descanso (28-24).

Aunque el comienzo tras la reanudación fue dubitativo, el cuadro local no tardó en poner en acción sus armas y, merced al dominio en el juego interior de Barnes y Báez, se hizo con el mando del juego para volver a establecer una diferencia de once puntos (44-33) que trajo consigo un tiempo muerto de Olmos.

El parón fue tremendamente efectivo, ya que el cuadro insular apretó en los últimos compases del tercer cuarto, aprovechando el bajón defensivo de los locales, y dejó la renta en sólo tres puntos (44-41).

Báez se convertiría en el protagonista indiscutible del partido ya que, gracias a su capacidad de lucha en la pintura, en la que participó de forma notable Slaughter, otorgó el poder a su equipo, que se fue creciendo de forma progresiva hasta establecer el 71-55 final.