Brotes verdes en Toronto

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Brotes verdes en Toronto

Brotes verdes en Toronto

Triunfo agónico de los Raptors, tercero seguido, ante unos Celtics desdibujados sin Rajon Rondo. Calderón, discreto, recupera la titularidad y suma 11 puntos y 2 asistencias.

El titular no es un juego de palabras fácil porque esta vez los Celtics no estuvieron a la altura de la historia que viaja en el color de su mítica camiseta. Es aplauso a Toronto Raptors, que ha pasado de la depresión a la esperanza en tres partidos, tres victorias ante Philadelphia, Houston y sobre todo Boston, pura realeza de la liga.

En pleno trance de transformación los Raptors están de repente 5-9, pasos en un camino que, con mucho optimismo, puede llevar a la lucha por el vagón de cola de los playoffs en un Este donde está por definir el grupo de meritorios que van a sobrevivir a la espalda de los cinco equipos que tienen que ser de forma casi inevitable los cinco primeros de la Conferencia: Boston, Miami, Orlando, Chicago, Atlanta. Transformación: un equipo al que Bryan Colangelo no sacó de la tristeza cuando se intuyó una oportunidad y que vive la era post Bosh con resignación y siendo sólo un poco peor que en las dos últimas temporadas. Con el proyecto pendiente de un fino anotador que nunca podrá ser jugador franquicia en un equipo de primer nivel, Andrea Bargnani, llegan Stojakovic y Bayless y se van Jack, Andersen y Banks. No sabemos si el serbio llega para aportar en la pista o para liberar después su suculento contrato en los despachos. Sólo sabemos que la salida de Jack devuelve la titularidad a Calderón, que alternará minutos y relevos con jugadores que son más '2' que '1' (Barbosa) o casi tan '2' como '1' (Bayless).

En esas está Toronto cuando se encuentra con tres triunfos seguidos y el espaldarazo de desquitarse ante unos Celtics habituados a contar sus visitas al Air Canada Centre por victorias. Hasta tal punto que les faltó actitud durante muchos minutos. Sin energía ni cohesión, y sin el ligeramente lesionado Rajon Rondo, volvieron a perder. Hace dos días fue en casa ante unos Thunder sin Durant ni Green. Esta vez ha sido ante un rival que no debería ser tal para unos Celtics mínimamente concentrados, con continuidad en sus valores habituales: defensa, colectivismo, intensidad, lectura de partido. Hubo tan poco de eso que el equipo que apenas lo es fue más equipo que el que presume de serlo y viaja a finales gracias a ello. Y el partido fue tan raro (mucho más emocionante que bueno) que tuvo el componente exótico de ver a los Raptors ganar a los Celtics en un final apretado. El mundo al revés.

Ese final puede que sea la mejor noticia para el equipo de ese extraño entrenador que es Triano. Es raro ver en los Raptors ese hambre, esa resistencia ante la adversidad. Después de aprovechar la transformación del partido en un correcalles y de poner más empeño que su perezoso rival, Toronto amasó un 93-81 con nueve minutos por jugar. Lo siguiente fueron seis minutos con un parcial de 1-17 para un 94-98 que incluía dos triples de Ray Allen que sonaban a sentencia. Entonces sucedió lo extraño, lo exótico: Toronto apretó los dientes y Boston coleccionó errores. Con medio minuto por jugar y 98-101, Weems anotó, Barbosa robó el balón y Amir Johnson sacó los tiros libres definitivos de un barullo monumental. Toronto remontó, y eso define un partido aliñado de errores, tras desperdiciar de forma casi ridícula tres posesiones en torno al último minuto. Pero Boston estaba por el indulto.

Toronto ganó porque se rehizo de un primer cuarto en el que el guión parecía el previsto: 23-31 con los Celtics sacando puntos fáciles de la anémica defensa rival y Nate Robinson haciendo olvidar a Rondo con 16 puntos, tres triples y un ritmo que llevaba a Calderón con la lengua fuera (el base de los Celtics se diluyó después para anclarse en 22 puntos). En el segundo cuarto cambió el partido porque Boston sesteó: partido controlado, sesión matinal en el lejana Canadá... concedió 38 puntos en ese parcial mientras Doc Rivers escrutaba la cancha con la mirada pérdida, sin dar crédito. Esa remontada, y el estirón entre el final del tercer cuarto y el arranque del último, coincidió con la guerra de segundas unidades. La de Boston no existió, igual que no estuvo nunca un Shaquille de actitud intolerable de no ser quien es. Ajeno al partido, se quedó en 2/8, 8 puntos y 5 rebotes. Se cargó de faltas y vivió la recta final eliminado. En un día tan malo, de repente, hizo 4/4 en tiros libres. Él es así.

Así que Toronto ganó porque Bargnani sigue con la muñeca en estado dulce (29 puntos) aunque siga sin aportar absolutamente nada más (2 rebotes, 1 asistencia). Pero ganó sobre todo porque la rotación está más equilibrada y la segunda unidad tiene más energía. Energía: algo que no define precisamente a este equipo y que de repente aparece a borbotones a hombros de tipos como Reggie Evans (9 puntos, 16 rebotes), Sonny Weems (16+5) o Amir Johnson (17+11). En ellos residieron los principales valores competitivos del equipo junto a las irrupciones de Kleiza o Barbosa desde el banquillo. El brasileño actuó de base al galope en los mejores minutos, al menos en los de más renta práctica, de su equipo, sacando de rueda a unos desaparecidos Daniels o West. Ese ritmo eléctrico (para lo bueno y para lo malo) pareció más útil que el tempo mucho más canónico y comedido de Calderón, que en su vuelta a la titularidad estuvo discreto: 11 puntos, 2 asistencias, 1 rebote, 2 pérdidas, 4/10 en tiros. Intentó hacer jugar a su equipo y sólo lo consiguió con cuentagotas.

El caso es que entre unas cosas y otras Toronto amasó un triunfo impensable hace unos días e improbable con un minuto y medio por jugar. Ganó y si necesitaba un golpe anímico para intentar ser un equipo mejor, ya lo tiene. Veremos hasta donde es capaz de estirarlo. Boston, por su parte, encajó una derrota fea, la segunda seguida. Añoró a los que no estaban (Rondo y los interiores lesionados) y añoró la actitud, la contundencia defensiva y la seguridad en la circulación que son marca registrada de la casa. Sin nada de eso durante demasiados minutos fue un equipo mediocre que ya suma cuatro derrotas. Una menos todavía, eso sí, que Miami Heat...