Baloncesto | Mundial Femenino | España-Bielorrusia
Sólo Bielorrusia separa a España de la gloria
La Selección se enfrenta hoy (17:30) a Bielorrusia en la final de consolación. Las de José IgnacioHernández aspiran a conseguir la primera medalla mundial en la historia del baloncesto femenino español ante un equipo al que ya batieron en el Eurobasket de Letonia de 2009.
Erase una vez una generación de jugadoras de baloncesto que, con Blanca Ares a los mandos, tocó en Perugia 1993 el cielo. Pero ese cielo fue europeo. El mundial siempre quedaba demasiado alto y nunca consiguieron ni rozarlo con la punta de los dedos... Aquella generación, la única bañada en oro en la historia del baloncesto femenino español, poco a poco fue desapareciendo -sólo Ferragut se resiste a colgar las botas-, pero el cuento, en cambio, aún no ha terminado.
Aquel verano de 1993, junto a ellas estuvo una joven escudera de tan sólo 17 años llamada Amaya Valdemoro, que ni soñaba con convertirse en la mejor jugadora de todos los tiempos, con acaparar anillos -tres con las Houston Comets de la WNBA-, con ganar todo allá donde iba (8 Ligas, 8 Copas, 1 Euroliga, tres bronces y una plata europea...) o con meter a España en su primera semifinal.
Salvadora.
El cuento siguió avanzando y la Selección se reforzó con una jugadora, Sancho Lyttle, capaz de darle un plus a un equipo que siempre soñó con medalla, pero una medalla que ya tenía un color predeterminado: el bronce. "EE UU y Australia están un paso por encima del resto y tenemos que ser realistas, nuestro techo es el bronce", confesaba Amaya, la hija pródiga de Alcobendas, que acertó en parte, ya que Australia dio la campanada cayendo en cuartos. La capitana también avisaba: "Sancho no es la salvadora". Y no lo fue y puede que hoy tampoco en la final de consolación ante Bielorrusia, ya que la pívot es duda por los problemas en su espalda. Los caminos de Bielorrusia se vuelven a cruzar un año después. Las españolas les privaron del bronce europeo el año pasado.
Pase lo que pase, los cuentos han cambiado. Ahora son las princesas las que pueden arreglar un mal año de sus caballeros, que volvieron de Turquía con las manos vacías y un sexto puesto desilusionante para un equipo que sí aspiraba al oro. El resto de selecciones también bajaron un escalón. Las vitrinas de la Federación están algo huérfanas ya que de las nueve medallas conseguidas el año pasado (cuatro oros europeos, entre ellos el de la absoluta masculina en Polonia, dos platas y tres bronces), éste año sólo volvieron tres a España y ninguna dorada (platas de la Sub-18 y la Sub-20 femenina y un bronce en la Sub-20 masculina), aunque sí puede hacerlo un bronce que, diga lo que diga el palmarés, sabrá a oro.