Victoria entre fantasmas

Torneo CAM | fuenlabrada 81 - real madrid 85

Victoria entre fantasmas

Victoria entre fantasmas

Daniel Saste

La voluntad de un bravo Fuenlabrada y algunos problemas que amenazan con convertirse en endémicos lastraron al Real Madrid, que dominó y pudo despegar pero que terminó muy exigido y limitándose a salvar un triunfo que le deja a tiro del torneo de la Comunidad de Madrid. Todo se resolverá ante el Estudiante en el partido que será también el del arranque de la ACB. El equipo de Messina evitó una tormenta mayor pero volvió a dejar dudas. Felipe, el mejor. Tomic y Velickovic, otra vez decepcionantes.

Se trataba de ganar y se trataba de algo más, ese era el problema para el Real Madrid de Messina. Es decir, el problema no es tanto este 81-85 como el 89-55 que le había endosado el Barcelona 72 horas antes. Avasallado y desterrado de la Supercopa, llegaba el Torneo de la Comunidad de Madrid en un momento extraño y con un formato extraño porque se cerrará con el Estudiantes - Real Madrid que abrirá la ACB. Huele a chapuza y a chapuza sonó el final de partido de un Real Madrid que permitió a sus fantasmas corretear a su antojo por el Fernando Martín. Para el Fuenlabrada queda mucha honra y buenas sensaciones tras ganar a Estudiantes y no dejarse ir nunca ante un Real Madrid irregular pero al fin y al cabo superior.

Porque la película del partido recordó que el Real Madrid está un escalón por encima. El problema para el equipo blanco es que eso se le supone y que son otras las parcelas en las que debía reivindicarse. La ocasión era buena pero finalmente poco aprovechada. Y eso que salió con actitud y ritmo y eso que en todos los cuartos pudo asestar el hachazo definitivo: 6-18 en el primero, 28-42 en el segundo, 46-57 en el tercero, 57-69 en el último.

Pero el Fuenla regresó de cada parcial en contra, peleó contra cada golpe de viento en contra y sobrevivió casi siempre en torno a la decena de puntos de desventaja. Eso le dio mérito a su partido y aire hasta un final en el que tanteó a la suerte, y eso ya es mucho: 73-77 con un minuto y medio por jugar, 81-83 en el último instante, antes de que Tucker anotara los dos últimos tiros libres. Desde ahí, desde la línea de personal, sumó el equipo blanco sus ocho últimos puntos con más inercia que jerarquía ante el acoso enemigo, dirigido por un Valters volcánico que anotó sus 23 puntos en un segundo tiempo sublime en el que abusó de Sergio a ritmo de triples. Con eso y el trabajo de Guardia, Batista y Ayón, Fuenlabrada mantuvo la impronta que ya le pertenece en su recorrido ACB: equipo serio, duro de ganar, bien trabajado.

Estrellas y estrellados

Para el Real Madrid el partido era un mal trago o una buena oportunidad. Empezó pareciendo lo primero, acabó demasiado cerca de lo segundo. Ganó y tuvo minutos bien jugados pero también fallos, lagunas y desconexiones de las que resultan letales contra rivales de mayor entidad. Y si ese es el problema no será muy distinto al de la temporada pasada: el Real Madrid tiene munición para ganar a casi todos los rivales con los que se va topar pero con el resto, la elite de poderosos, es con los que se jugará los títulos. Y un puñado de derrotas le dejarán sin ninguno. Le pasó la temporada pasada y le ha pasado en la Supercopa. Y le volverá a pasar al nivel mostrado en Fuenlabrada.

Messina rotó y rotó y al final lo mejor fue el trabajo de Felipe Reyes, instrumental en el segundo tiempo, y la aportación puntual de jugadores como Suárez, Tucker o Fischer, este último sólo en defensa. Llull estuvo muy activo y sumó mucho hasta una recta final en la que jugó acelerado (en el mal sentido). Sergio dirigió bien en el primer tiempo pero se congeló por sus lagunas defensivas y por algunas pérdidas tras el descanso. Garbajosa anotó ocho puntos sin fallo en su única fase de actividad en el partido y Mirotic ni jugó. Y mientras, el equipo dominaba el rebote y se colapsaba a base de fallos desde el exterior (2/11 en triples, uno de Suárez y uno de Vidal) y lastrado por otro partido negativo de dos jugadores llamados a ser esenciales: Tomic y Velickovic.

El serbio sigue sin parecer ni cómodo ni concentrado ni especialmente activo a pesar de que acumuló todos los minutos como '4' sin pasar esta vez por el puesto de alero. Dio algo de cal y mucho de arena en el primer tiempo y vio el segundo desde el banquillo. Lo de Tomic es peor: faltas (algunas tontas, como siempre) hasta la eliminación, pocos puntos y pocas ventajas pese a la obsesión por jugar bloqueos para sus finalizaciones, pocos rebotes, escasa intimidación y sus 2'17 sometidos por los 2'08 de Batista. Sigue blando en defensa y despistado en ataque. Y sin un salto de calidad por su parte y sin el Velickovic de la selección serbia, el Real Madrid tendrá serios problemas para estar a la altura de los mejores de Europa. Un Real Madrid que ganó pero no convenció y que aplaza la recuperación de sensaciones para el debut ACB y cierre del Torneo de la CAM ante Estudiantes. Cancha hostil, duelo clásico, combate de energías. Un buen día para sonreír por fin o para entrar en depresión. Un día para alejar unos fantasmas que viajaron de Vitoria a Fuenlabrada y que amenazan con anidar definitivamente y demasiado pronto en los hombros del segundo proyecto Messina.