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Mundial 2010 | El cuaderno de Daimiel

EE UU, a tan sólo 40 minutos de su cometido

Antoni Daimiel
<b>MÁS CERCA. </b>Durant, Billups, Love y Chandler celebran el triunfo
reuters

A sus órdenes. Estados Unidos está a sólo cuarenta minutos de cumplir su cometido, su encomienda. Un encargo, un recado que llevas a casa con las vueltas. La delegación veraniega 2010 de tan publicitado orgullo patrio deporte. La comisión deportiva de esta representación de EE UU para torneos internacionales localizó los errores después de varios años de resultados decepcionantes y han ido encontrado soluciones. Uno principal, la motivación. Hace unos años que sus honores pioneros de inventores del baloncesto junto al estatus de primera potencia mundial dejaron de ser suficientes. La patria y la bandera han encontrado complementos como el de la promoción interna con vistas a Londres 2012, intereses particulares en plan promoción de imagen global de estrellas emergentes como Kevin Durant e impulsos coyunturales como el del aniversario del 11 de Septiembre para acabar arrasando a Lituania en semifinales entre ademanes de cuadrarse y saludos militares.

Durant, un veneno letal. La solidez de EE UU en este Mundial sería inconcebible sin el nivel cósmico de juego de Durant. Aún con 21 años ya ha dado el paso definitivo para convertirse en un icono mundial después de completar una temporada NBA en la que acabó como el máximo anotador más joven de la historia y el segundo en la votación de jugador más valioso (MVP). Su juego es fluido, su baloncesto natural y su imagen mucho más amable y seductora que la de LeBron James. Incluso más plácida y con menos aristas que la de Kobe Bryant. La NBA sólo ha encontrado en un año entero un secante, un antiviral para el veneno de Durantula. Fue el laker Ron Artest. Afortunadamente para EE UU en el Mundial no hay rivales con el físico ni con la complejidad psiquiátrica de Artest. La leyenda que nos anuncia Durant permite un dominio, una exhibición como la de Turquía.

La espada de Turquía. Hasta que llegó la década de los setenta no era raro encontrar en los Mundiales al país anfitrión disputando la final del campeonato. No ha sido lo habitual en las últimas ediciones, incluso de modo sorprendente en los casos de Grecia 98 y Estados Unidos 2002. La previsión de la organización les lleva a trabajar deportivamente casi a cinco años vista y nunca hay que infravalorar el efecto del ambiente en el pabellón. Los mejores jugadores hoy en día tienen una escuela de soportar presión que haría inconcebibles casos como el de España con el Mundial de fútbol de 1982. La actual Turquía tiene motivos para sacar pecho y amenazar sobre la cancha al favorito americano. Turquía es el Rey Arturo, el único capaz de sacar a Excalibur de la roca y hundirla en las entrañas del monstruo. Lo logrará en la final si es capaz de explotar al máximo el rendimiento de sus pívots: Ilyasova, Asik, Erden y Gonlum.