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mundial 2010 | españa 81 - argentina 86

Crimen y castigo

España pagó su calamitoso juego y su falta de actitud en el primer tiempo. Después remontó 25 puntos de la mano de Rudy Fernández y la intensidad de la segunda unidad para morir en la orilla en un final ajustado resuelto por Scola y Prigioni. Desastre inicial, reacción sin premio y frustración, un apropiado punto y final para España en un Mundial convertido en pesadilla en el que termina finalmente en sexta posición con un triste balance de cinco victorias y cuatro derrotas.

<strong>DERROTA DE ESPAÑA.</strong>
DERROTA DE ESPAÑA.

No hay situación tan mala que no sea susceptible de empeorar y por eso el calendario (¿el destino?) deparó a España un partido con mayúsculas y dientes como cuchillas cuando la mente y las piernas sólo pensaban en hacer las maletas. En la gatera de la lucha por el quinto puesto, un calvario para quien llegó con ambiciones máximas y en defensa del trono, España tenía que combatir a Argentina, el peor rival posible en semejante escenario (y en tantos otros...) porque siempre encuentra motivaciones, excusas para jugar de la única forma que sabe: armada hasta los dientes y con la victoria entre ceja y ceja.

No hay situación tan mala que no sea susceptible de empeorar y por eso el partido supuso un epitafio muy difícil de digerir, el último golpe en la línea de flotación de una selección sin más aspiración que desaparecer por un tiempo de los focos, sin más objetivo que tomarse vacaciones mentales y dejar atrás la frustración y el regusto a fracaso. Quedaba un último trago amargo y llegó por partida doble. Primero por sus propios pecados en un primer tiempo intolerable. Después en un final ajustado que hizo inservible su tremendo esfuerzo e incompleta la remontada. Síntomas y motivos diferentes, misma sensación. Un golpe al que sigue otro mayor: crimen y castigo para la selección.

España toca fondo

Superado el minuto 23 de partido, ya en el nudo del tercer cuarto, España tocó fondo. Sin ambages, sin excusas y en su peor trance en un buen puñado de años. Difuminada hasta la desaparición, sin constantes vitales y sin asomo de orgullo. Dos triples seguidos de Delfino (uno de casi nueve metros: malos recuerdos, sal en la herida) sellaban un 34-59 imposible de justificar. El alero ponía su muñeca NBA al servicio del castigo a un rival indolente que no llegaba a las líneas de pase ni a las posiciones de tiro, que no existía en defensa (49 puntos en contra al descanso) y que huía de la responsabilidad en ataque ahogado entre fallos, malas decisiones, crisis de confianza y un reguero de pérdidas que retrató otra vez el pésimo campeonato de Ricky.

En esa primera parte Navarro apenas estuvo, Marc anotó pero no existió en defensa y la segunda unidad no mejoró a la primera. España se pasó casi todo el segundo cuarto viviendo de una canasta de Fran y un puñado de tiros libres hasta que tres triples de Rudy (los primeros de España tras un inicial 0/10) maquillaban ligeramente el siniestro total (32-49). Menos rebote y menos asistencias que Argentina, montaña de pérdidas, malos porcentajes... aliño en números de la penosa realidad de un equipo zarandeado e incapaz de encontrar durante demasiados minutos los últimos jirones de orgullo.

Heroicidad inservible

Por ese minuto 23 de la infamia (34-59) el público español rompió a pedir la dimisión de Scariolo con unos cánticos que retumbaban como una bola de demolición en el sepulcral aspecto de un pabellón que repetía a ambos equipos que a casi nadie le importaba el partido y menos en un país que contaba las horas para su final. Ahí, al menos en ese momento, España cogió aire y se rebeló contra su desgracia, contra sus errores, contra las burlas del destino. Sin Navarro (no volvió a pista), Rudy comandó una recuperación asombrosa respaldado por una segunda unidad que conectó por fin a máxima intensidad: Llull, San Emeterio, Felipe y Fran. España comenzó a defender, Argentina se desplomó y llegaron los rebotes, la intimidación, la dirección entre toques de corneta de Llull, las segundas opciones, el trabajo a destajo de San Emeterio, los puntos gratuitos a la carrera... 26-2 para España en un puñado de minutos: 60-61, partido nuevo, orgullo (algo, al menos) maltrecho pero en pie.

Pero España perdió también ese último partido concentrado en poco más de un cuarto. Llegó hasta el empate (80-80) a base de la producción absoluta de Rudy (31 puntos, 8 rebotes, 4 robos) y la presencia de Marc (16 puntos, 10 rebotes). Falló demasiados tiros libres (16/24) y desaprovechó un par de ataques para ponerse por delante. Nunca lo hizo. Argentina sobrevivió colgada de su competitividad, del talento de Delfino (27 puntos) y del nivel inconmensurable de Scola, feliz en la batalla de las zonas (terminó con 22 puntos y 11 rebotes). Prigioni, que baila como nadie en los brasas de los instantes decisivos, mató el partido con un triple y un tiro libre. Los últimos ataques de España no fueron (otra vez) saludables. Cuando Argentina recuperó el pulso y no pudo correr, la dirección de Llull se espesó en estático, no se labraron ventajas cerca del aro y los tiros a la desesperada se fueron al limbo. Y la rebelión de España contra sí misma terminó con derrota.

España acaba sexta el Mundial. Ha ganado cinco partidos y ha perdido cuatro. Tres de esas cinco victorias han sido ante Nueva Zelanda, Canadá y Líbano: España ha fracasado en Turquía. Cuesta decirlo pero hay que decirlo igual que no hay que olvidar lo extraordinaria que es esta generación de jugadores y lo extraordinario que ha sido el último lustro. Pero el sexto puesto no cuadra con ninguna previsión y la imagen queda en las antípodas de lo que se vendía en la gira de preparación (demasiado festiva), cuando la obsesión era mirar la paja en el ojo de Estados Unidos (el gran rival que nunca llegó a serlo) y no la viga en el propio. Ha habido problemas físicos pero también errores garrafales de dirección. Hay jugadores que deberían haber jugado más (y más minutos de calidad: Fran, San Emeterio...). Hay jugadores (Claver) que ocupan plaza pero no son utilizados ni cuando falla todo lo demás. Y hay jugadores (Ricky, Marc Gasol...) que salen seriamente damnificados del campeonato. Y en definitiva España, que llegó a Turquía para ser campeona, se va por la puerta de atrás tras un partido fantasmal en el que ni siquiera se llevó la alegría de la remontada. Dentro de un año llegará el Eurobasket de Lituania, otra corona que defender. Esperaremos una España más parecida a España ya sea a base de viejas o de nuevas soluciones. Confiaremos y soñaremos porque el equipo lo merece. Eso es innegable. Pero que la decepción de Turquía ha sido absoluta y que ni cuerpo técnico ni equipo han estado a la altura, también. Es crudo, es real: crimen y castigo para un campeón que hoy pone fin a cuatro años de reinado.