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Baloncesto | Mundial 2010 | El cuaderno de Antoni Daimiel

Turquía saca provecho a su diversidad

Antoni Daimiel
<b>LA ANFITRIONA. </b>Los turcos celebran la victoria de ayer ante Francia que les mete en cuartos de final.
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Un favorito.Turquía tiene de todo. Un país, una cultura y un baloncesto de licuadora, una amalgama de influencias y conceptos diferentes adaptados a una atractiva personalidad. Jugando al baloncesto a veces parecen griegos, a veces balcánicos, a veces rusos, de repente se equilibran como asiáticos y piensan y reaccionan como latinos (mediterráneos al fin y al cabo). Aprovechan la diversidad de sus fuentes para ser completos. Su físico y un entrenador con el instinto y la experiencia de Tanjevic hacen el resto. Además, en casa, juegan muy motivados. Había dudas sobre sus bases y escoltas pero el ejemplo contra Francia es contundente: Turkoglu ha manejado los tiempos de su preparación para aparecer como uno de los mejores del mundo en su posición mientras que otros como Arslan y Güler están prestos a ayudar.

Sin timón ni timonel. Francia se despide del Mundial como llegó, acordándose de Parker. Es un grupo de atletas sin brújula ni control. Una sangría de balones perdidos sin amenaza de tiro exterior contra defensas zonales. Un cúmulo de déficits en suma. Es una selección despersonalizada por la lejanía de los orígenes, residencias actuales e intereses de sus jugadores. Deberían empezar por ahí si quieren aprovechar el talento y el físico de su materia prima.

Sentido y sensibilidad. La representación metafórica de esta selección de Eslovenia sería una escultura bien pulida de una mano y su muñeca. De escudo podría utilizar el póster del film de Ang Lee Sentido y sensibilidad. En el partido contra EE UU, barrido en el primer cuarto, no tuvo fuerzas para remontar y competir pero el resto de noticias de este equipo balcánico en el campeonato han sido excelentes. Ganaron a Croacia y a Brasil en la primera fase y han humillado a Australia en octavos de final con un elenco de tiradores que juegan al baloncesto de memoria. Y un toque de atención, disponen de muchos zurdos.

Sin pena ni gloria. Apenas dejará recuerdos el paso de Australia por el Mundial. No es que desmintieran el paradigma de deportistas robustos de disciplina y empeño pero los mejores momentos de la historia del baloncesto de este país coinciden con la preponderancia de tiradores científicos, de escuadra y cartabón, anotadores exteriores que sí quedaron en nuestra memoria como Palubinskas, Gaze y Shane Heal. En la actual Australia el heredero de todos esos rubios debería ser un aborigen, el base Patrick Mills, una elección en el Draft del 2009 con Portland que impresionó en los pasados Juegos Olímpicos. Pero Mills sólo ha metido tres de cada diez triples lanzados en este torneo. Contra Eslovenia se quedó en uno de siete.