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españa 85 - estados unidos 86

Un amistoso para el recuerdo

España remontó tras un mal primer tiempo y tuvo la posesión para ganar sobre la bocina. No pudo ser y llegó la primera derrota en amistoso como local en casi cinco años. EE.UU. mostró su mejor versión durante casi tres cuartos y aseguró la victoria gracias a la decisión de Rose y la clase estratosférica de Durant (25 puntos, 10 rebotes), que lideró a su equipo y terminó por doblegar a una España que no se rindió nunca de la mano de Ricky, Navarro, Felipe y Marc Gasol.

<strong>DURANT, IMPARABLE.</strong>
DURANT, IMPARABLE.

El deporte es hermoso, el baloncesto es hermoso. Generalmente lo es más con la sal de la competición y la pimienta de las citas trascendentales. Pero a veces basta un partido amistoso, a priori poco más que un vis a vis para preparar lo que está por venir, que será tremendo. Lo intuíamos y ya lo sabemos. Porque en lugar de una prueba, España y Estados Unidos, campeón del mundo y principal aspirante a robarle el cetro, dejaron una colisión para el recuerdo. Quizá no una guía de conclusiones absolutas ante un casi inevitable duelo en la hora de la verdad. Pero sí un partido enorme, desbordante de calidad y energía. Un partido en el que nadie quería enseñar todas sus armas pero, por encima de todo, un partido en el que nadie quería perder.

Este amistoso sui géneris se empezó a jugar hace dos años, cuando un 118-107 cerraba una maravillosa final olímpica. España jugaba por la revancha, por los pasos de salida, por la reivindicación de una jerarquía ya indudable ante cualquier otro rival. EE.UU. jugaba con la osadía del pionero y el espíritu aventurero del buscador de oro. Va en su ADN pero sobre todo va en la química de un grupo joven y sobrado de físico y talento, sacudido por las dudas tras la renuncia de los pilares del Redeem Team de Pekín y la plaga de lesiones que ha dejado finalmente un roster tan atípico y descompensado como apabullante. Capaz de acabar con casi cinco años de imbatibilidad de España en partidos amistosos como local. Capaz de, esperemos que no, dejar huella emocional en el bloque español tras derrotas dolorosas (las dos de Pekín, la de Atenas...). Un bloque que mejoró drásticamente su imagen con respecto al partido ante Lituania y que se permitió esconder cartas (descansaron Love, Granger y Rondo) mientras Coach K deshoja la margarita del último descarte. Las papeletas, por lo visto en Madrid, parecen en los bolsillos de Eric Gordon.

Siempre chirría hablar de derrota útil, pero seguramente esta le sirva a España para trabajar sobre diversos aspectos tácticos y anímicos. Ya sabe que EE.UU. está justo ahí, más cerca de lo que pensaban los más optimistas tras su acumulación de bajas capitales. A la inversa, los pesimistas ya han visto hasta donde puede llegar España sin Pau Gasol. Y aunque seguramente en un partido oficial y de todo o nada veremos una España bailando a un ritmo algo inferior y trabajando más la tela de araña que frene la hipervelocidad norteamericana, la impresión definitiva es que estos equipos pueden ganarse uno a otro en función de detalles, de pequeños ajustes y de actuaciones individuales. Por ahí España puede celebrar la intensidad de Ricky (4 robos de balón), el trabajo de Felipe, la inteligencia de Marc (17 puntos, 6 rebotes) y el liderazgo de Navarro (20 puntos, 6 asistencias), pero puede preocuparse por los problemas para defender a cierto tipo de rivales, por la escasa producción de algunos integrantes de la segunda unidad y sobre todo por el delicado momento de Calderón, que terminó lesionado tras un partido en el que naufragó ante rivales a los que conoce de memoria. Tampoco Rudy (5 puntos, 1/5 en tiros) tuvo un buen día, quizá demasiado ansioso con McMillan, su enemigo tan íntimo, sentado en el banquillo rival.

La Caja Mágica vio también todo lo bueno que tiene este extraño roster de EE.UU., que llegó a jugar con dos bases, un escolta y dos aleros en algunas fases del partido. Defienden con una intensidad salvaje en la línea exterior (mostraron poco -pero en momentos importantes- la zona que gusta a Krzyzewski con Love como eje), no bajan nunca el ritmo, corren como demonios y son maestros en el uno contra uno. Sus mejores virtudes van goteando a lo largo de partido: la finura de Curry, la clase de Billups, la versatilidad de Odom (12 puntos, 9 rebotes), la potencia de Rose (13 puntos, los últimos cuatro decisivos), la elasticidad de Iguodala... y el talento incalculable de Kevin Durant. El alero de los Thunder, ya uno de los cinco mejores jugadores de la NBA, está llamado a liderar a este equipo. Y lo lidera. Anotó, reboteó, asumió responsabilidades, trabajó en defensa y se permitió poner dos tapones que evitaron el último tiro de España, primero a Ricky y después a Rudy ya con el 85-86 a la postre definitivo. Sus números: 25 puntos, 10 rebotes... y 3 tapones.

Seguramente España pagó un muy mal primer tiempo, un arranque en el que mezcló nervios, ansiedad y un tembleque tan impropio como inhabitual. Falló en los ajustes defensivos al pick and roll, regaló el rebote (35-43 final) y falló tiro tras tiro sin circulación, sin balones en la zona y hasta sin suerte. Tras el 3-16 inicial sobrevivió a base de tiros libres y remó entre pésimos porcentajes hasta el descanso, haciendo la goma y agarrado a los puntos heroicos de Navarro. Todo cambió tras el descanso. Scariolo exprimió a Ricky, Navarro, Felipe y Marc. España defendió, anotó y obligó a Estados Unidos a vivir colgado de Durant. Otro bajón con la segunda unidad propició el último tirón visitante (58-71 ya en el último cuarto). Pero, en sus mejores minutos, España remontó y mandó por primera (82-80) y última vez (85-84) antes de un final en el que sucumbió por un par de malos ataques, por los brazos kilométricos de Durant y por la decisión de Rose, especialista en resolver situaciones peliagudas con su capacidad casi sobrehumana para producir en penetración, tras aclarado y directo contra el pívot rival.

Lo siguiente será Turquía. La Caja Mágica dejó argumentos para los pesimistas y para los optimistas pero dejó sobre todo un excelente partido de baloncesto en el que nadie quiso perder y en el que la resolución estuvo en un suspiro, en el filo de una navaja sobre la que finalmente se equilibró mejor unos Estados Unidos superiores, no cuesta reconocerlo, durante casi tres cuartas partes del partido. En Turquía será distinto, sin duda. Quizá mejor o quizá peor para los intereses de España, campeón del mundo. Quizá maravilloso o quizá una pesadilla para este joven y ambicioso equipo que compacta luchando contra el reloj ese gran entrenador apodado Coach K. Será, y esta sí es una certeza, absolutamente hermoso, una culminación de lo que se perfiló sin disimulo en un amistoso memorable en una noche inolvidable en la Caja Mágica...