acb | real madrid 80 - caja laboral 62
Tomic transforma el paisaje
Gran partido del Real Madrid que iguala y lleva a sus últimas consecuencias la serie de semifinales ante un Caja Laboral que puede pagar caro el no haber tenido recursos para frenar la recuperación de un Real Madrid brillante e intenso en defensa y equilibrado en ataque. La mala noticia para los de Messina fue la recaída de Llull. La buena, los 36 de valoración (19+14) de un Tomic más gigante que nunca. El Real Madrid quiere cabalgar esa nueva ola de optimismo y el Caja Laboral frenarla en seco. La solución, el domingo por la mañana en el Buersa Arena.
Durante el último cuarto del tercer partido el Caja Laboral mandaba por 60-63 tras un 0-10 que tenía al Real Madrid congelado y a Vistalegre al borde de las lágrimas. Entonces llegó un cambio de viento rabioso, un golpe seco dirigido por Prigioni y ejecutado por Llull que no sólo significó el 2-1 y el primer match-ball salvado sino que pudo traer también una transformación integral del ecosistema de una semifinal que salió, o eso creíamos, en vías de extinción de Vitoria. El Real Madrid ha recuperado la autoestima y la energía física (una cosa conduce a la otra muchas veces) y ya tiene el 2-2 tras lograr la victoria más contundente de la serie y tras encontrar muchos de los caminos que dan dulzura y restan penurias a su juego. El elemento transformador del paisaje tiene un nombre claro, un rostro que aglutina una mejora integral de un equipo y un cambio de sentido obligatorio de una serie. La imagen que vale más que mil palabras es el rostro de Ante Tomic.
El croata llegaba bajo la lupa a esta semifinal, enfrentado a una máquina de sumar valoraciones extraordinarias como Splitter. En Vitoria salió trasquilado a base de acumular faltas tontas. En Madrid ha aprendido a medir el body-check y ha pasado de un papel relevante pero de más a menos en el tercer partido a una actuación excelente en el cuarto. Totalmente determinante, anotó (19 puntos con 8/11 en tiros de campo), reboteó (14), intimidó, asistió y no sufrió demasiado ante un Splitter que no faltó a su cita con las estadísticas positivas (20 puntos, 8 rebotes). El problema no es del pívot brasileño sino de la sensación de que lucha solo. El problema es del Caja Laboral y sobre todo es de Dusko Ivanovic.
Porque Ivanovic está perdiendo la guerra de ajustes que implica cualquier serie larga de playoff. Sin Barac y con un Golubovic incapaz de aportar, su juego interior depende exclusivamente de Splitter, que suma y suma pero que acaba acorralado por una defensa que se cierra salvaje sobre él, con ayudas bien dirigidas por Prigioni. A su alrededor no hay nadie que aproveche el foco que provoca en el juego porque prácticamente todos los emparejamientos sonríen al Real Madrid. Marcelinho alterna luces y sombras (5 asistencias, 5 pérdidas) pero juega a remolque de un Prigioni capital en el juego, cuyo pick and roll con Tomic supone un castigo infinito para un Ivanovic impávido, que quizá debería condimentar su gesto torcido de alguna solución para que Velickovic en el '3' y Felipe en el '4' no le suponga una vía de agua que le puede llevar, junto con la conexión Prigioni - Tomic, a entregar una ventaja de 2-0 si no se aferra a la fuerza del Buesa Arena y a un par soluciones técnicas y psicológicas. Estas últimas parecen fundamentales para un equipo cuyo lenguaje corporal fue trágico en un último cuarto espantoso (16-6) en el que anotó la primera canasta (64-58 todavía muy vivo) y ya sólo anotó dos canastas más hasta el 80-62 final.
Esos desequilibrios en emparejamientos capitales tienen fueran de la serie a San Emeterio, que anotó en el primer cuarto y desapareció después y a Teletovic, que dejó un pésimo 2/9 y jugó desquiciado por su incapacidad para frenar en el poste a un Felipe que encima lució su mejora en el tiro de tres. Si Teletovic firma un 0/5 y Felipe un 3/6 en triples, paradigma del mundo al revés, es que el Caja Laboral tiene problemas de verdad. Tan reales como la diferencia de valoración en el minuto 40: 105-57. Como el 32-26 en rebote (muy maquillado en el último tramo), como la diferencia en triples: del 11/25 del Real Madrid al 2/16 de Caja Laboral. A un Madrid superior por dentro se le sumaron los triples, una lluvia fina y constante en los minutos del despegue. Y por eso, y por intensidad defensiva, concentración y seguimiento de un plan bien trazado, se permitió uno de sus mejores triunfos de la temporada y terminó dando minutos a Van den Spiegel y Almond.
Y todo sin Garbajosa, lesionado, y sin Llull, que dejó un triplazo en siete minutos antes de irse con dolor en su tobillo maltrecho y muy mala cara. Y todo con la poca aportación habitual en ataque de Jaric o Vidal y los extraños vaivenes de Lavrinovic. Pero apareció Bullock (13 puntos), persistieron Prigioni y Felipe y explotó Tomic para llegar al 36 de valoración. Un final feliz amasado desde el arranque y que sólo se cuestionó cuando Caja Laboral enlazó un 0-13 en la parte final del primer cuarto (24-26). Un 35-35 marcó el último gran punto de colisión. Después tiró el Madrid hasta el descanso (47-39 con dos triples seguidos de Bullock) y tiró y tiró en el tercer cuarto hasta abrir la brecha final pese a los esfuerzos de un Splitter titánico (en ataque al menos) y la ayuda con cuentagotas de Eliyahu. De los 57 puntos de valoración del equipo alavés, 31 correspondieron a Splitter. Un soldado sólo en un campo de batalla cada vez más encrespado.
Parece obvio que el Real Madrid ha recuperado el tono optimista tras llegar agarrotado por la ansiedad y el fatalismo al tercer partido ante Cajasol. Y parece obvio que Messina ya vive exclusivamente fiado a un núcleo de jugadores que incluye a algunos que ha infrautilizado todo el año, otros con los que ha tardado en conectar y alguno con el que hubiera preferido no contar. Cosas extrañas. El hecho es que habrá quinto partido, una realidad que hace apenas tres días no era más que una apuesta casi suicida. Pero antes de descorchar el champán, el Real Madrid deberá esperar noticias del estado de Garbajosa y sobre todo Llull porque va a necesitar todo y a todos ahora que la serie vuelve a Vitoria, donde le espera un Caja Laboral seguramente transformado, con más iniciativa en ataque, más garra bajo los aros y la intensidad defensiva que se le perdió en el viaje a Madrid. Toca manejar la presión, los recursos, los ajustes... es un quinto partido, una moneda al aire que girará y girará en cada posesión, en cada lanzamiento, en la lucha por cada rebote. Al que sonría la suerte le espera el Barcelona... ¿cara o cruz?