Playoffs ACB | Real Madrid 80 - Caja Laboral 67

Llull y Prigioni ponen en órbita al Real Madrid

Con siete arriba, en el inicio del último cuarto, los de Messina se desplomaron. Parcial de 0-10 que situaba al Caja Laboral al borde de la final. Pero entre Llull, Prigioni y la defensa, el Madrid liquidaba al equipo vitoriano, que aún gana 2-1. Mañana, cuarto duelo.

Llull y Prigioni ponen en órbita al Real Madrid
Ricardo González
Licenciado en Periodismo en 1997 y desde ese año redactor de Diario AS. Se apasionó del baloncesto europeo mucho antes, cuando era un niño en los 80, y en la actualidad es cronista del Real Madrid, del que ha cubierto más de mil partidos entre la ACB y la Euroliga. Estuvo en Japón 2006, en el primer Mundial que ganó España.
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Sergio Llull levantó al Madrid. Más que eso, le sacó de la tumba cuando tenía medio cuerpo dentro. Y lo hizo con golpes ganadores, a triple limpio, como los campeones. El menorquín acudió al rescate apoyado por Prigioni en el momento que peor pintaba para su equipo, otra vez acuciado por la ansiedad del último cuarto, otra vez echando por la borda un buen partido con "los errores no forzados" que tanto preocupan a Messina. En esta ocasión hubo arreglo, el argentino­ y El Increíble­ Llull­ tumbaron al Caja Laboral con cuatro zarpazos ines­perados que hirieron de muerte a la fiera vitoriana, que se veía casi en la final.

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Un triple de Bullock sobre la bocina del tercer cuarto y con Oleson tocándole la mano catapultaba al Madrid. Reyes añadía otra canasta en el inicio del último periodo (60-53), eran los momentos felices de los blancos. De la alegría al miedo, al desplome, no hubo nada. Pérdidas, faltas tontas, temor en ataque, errores defensivos con Tomic desconectado... El Caja Laboral se subía a la barbas, bailaba en su salsa, brasileña, la del dúo Huertas y Splitter que de repente se había vuelto imparable. Parcial de 0-10 (60-63) y el rival a la deriva.

Faltaban apenas cinco minutos. Viendo la guadaña, Prigioni forzaba un dos más uno. Empate. En la siguiente acción robaba el balón y en plena galopada se lo cedía a Llull para que enchufara de tres. Arriesgó y el Madrid entró en ignición -también en defensa-. Segundos después descerrajaba otro triple y luego era Prigioni. Tres aciertos seguidos de lejos cuando en 30 minutos sólo firmaba uno. Fue el lacito a un partido completo, que casi se les escapa a los blancos en cuatro minutos nefastos. Tomic estuvo imperial de salida, igual que Velickovic de falso alero, amargando a San Emeterio, martillos pilones en el poste bajo. Luego se sumaría Reyes. El efecto Splitter, neutralizado.

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