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Llull sonríe, el Real Madrid sobrevive
Esta vez el Real Madrid sí resolvió un final igualado y arregló con un acelerón de Prigioni y Llull un partido que se había complicado por sus propias limitaciones. El equipo de Messina basó su triunfo en el juego interior hasta que encontró el tiro exterior en los momentos decisivos del segundo tiempo. El Caja Laboral jugó muy mal los minutos calientes y sigue a una victoria de la final.
El Real Madrid sobrevive para luchar al menos un día más. El partido tuvo heroica en el último cuarto y hasta entonces fue una confrontación entre un Real Madrid en busca de equilibrio y un Caja Laboral que fue esta vez el que indultó al rival, devolviendo favores al equipo que le concedió un 2-0 de oro fallando ataques potencialmente ganadores en los dos partidos de Vitoria. Casi por cortesía los de Ivanovic se dejaron llevar ante un Real Madrid que sólo vive cómodo en la épica, cabalgando sobre acciones de Llull (que recupera sensaciones) en combustión y de Prigioni en la guerra de guerrillas.
El indulto al Real Madrid descubrió un final de partido sorprendente, tan inverosímil que devuelve la esperanza a un equipo tan necesitado de ella y tan precario en tantas otras cosas. Basado en la anotación interior y con un triple sobre la bocina de Bullock (su única acción positiva en ataque), el equipo de Messina amasó un 60-53 en el arranque del último cuarto. Ahí se gripó una vez más, película ya vista en una grada de Vistalegre que rumiaba otra decepción: casi 5 minutos sin anotar y parcial de 0-10 basado en la dirección de Marcelinho y la aportación constante de Splitter (17 puntos, sólo dos rebotes esta vez). En ese último medio cuarto, en la fracción de partido determinante donde tantas veces ha fallado, decidió esta vez el Real Madrid que no quería irse todavía de vacaciones y lo hizo gracias a un trance de 12-0 en el que corrió y fusiló, un run and gun que cambió un plan hasta entonces forzadamente cerebral y reventó el partido con dos triples seguidos de Llull y otro de un Prigioni que había roto el maleficio con un 2+1 y un robo de balón capital. Caja Laboral, quizá porque la necesidad pesa mucho, bajó los brazos, falló tiros y perdió balones. Y perdió el partido. Y permitió además un trance optimista que el Real Madrid necesitaba como el agua y que puede suponer una agitación inesperada, un vuelco psicológico en una serie que salía de Vitoria con la extrema unción aplicada. Ahora el Real Madrid coge aire y quien sabe si en 48 horas completará la rebelión y forzará un quinto partido de presión difícil de gestionar para los de Dusko Ivanovic.
Antes de ese final rabioso y brillante del Real Madrid, con 20 puntos en un visto y no visto, Caja Laboral colaboró en la causa entregando el rebote (38-24) y dejando un penoso 42% en tiros libres: 6/14 y 1/7 de Splitter, cuyos fallos desde la línea alimentaron al Real Madrid en sus momentos de mayor inanición. El resto de sus defectos son conocidos: no tiene rotación fuerte en el interior con Barac lesionado y Golubovic muy por debajo del nivel exigible. En la dirección hay lagunas pese a que hoy Marcelinho gestionó bien hasta el apagón final (11 puntos, 5 asistencias). Y además hay estrellas sufriendo rigores tácticos que les debilitan. Teletovic afinó de salida pero terminó sin peso en el juego y San Emeterio sigue padeciendo y lejos de su nivel: 6 puntos, 1/8 en tiros de campo, 1 de valoración y problemas capitales con Velickovic jugando de '3' y encerrándole constantemente en el ring del poste bajo.
A partir de estos datos, del empuje de Vistalegre y del cuidado, esta vez sí, de las faltas personales, cuesta entender cómo tardó tanto el Real Madrid en romper el partido. Y la respuesta está en que tampoco le sobra nada. Tomic firmó un primer tiempo superior (acabó con 18 puntos y 7 rebotes, 12+4 en los 20 minutos iniciales), y fue el eje de un juego entre pívots que machacó al Caja Laboral durante muchos minutos con Velickovic jugando dentro y Lavrinovic inspirado de salida hasta su enésima pérdida de rumbo. Un castigo tremendo en el que se aplicó después, ya en la hora de los valientes, un Felipe Reyes que sudó 11 puntos y 9 rebotes como tantas veces sacados de la nada, del barro. Hubo alternativas constantes hasta ese 12-0 final, apagón visitante y destello local. El Real Madrid anotó 4 de sus cinco triples (5/14) entre el último cuarto y el final del tercero, Llull acabó con traje de Superman y 17 puntos (siempre cómodo a la carrera, en carne viva) y Prigioni compensó en el último cuarto sus cinco perdidas de balón. Suficiente para nivelar en la balanza los apenas tres puntos de Bullock, el -2 sin anotación de ese turista llamado Jaric y los dos puntos de Vidal. Cinco puntos entre tres jugadores de la rotación exterior, con Almond definitivamente desahuciado para un Real Madrid que vive en un roster real (útil) de 6-7 jugadores por partido, con alguna sorpresa (positiva o negativa) ocasional. Pero vive. Y tal y como estaba la serie y el partido sobre el ecuador del último parcial, es una noticia excelente.
Lo que queda por ver es hasta dónde estirará el Real Madrid sus fuerzas. Está todavía muy lejos pero quizá no lo esté tanto. El Caja Laboral, sin alardes, parece tener más armas guardadas pero el Real Madrid parece saber sacar mejor provecho de las suyas, y más si Llull está definitivamente en condiciones físicas para entrar de lleno en la eliminatoria. El viernes sabremos si hay guerra total (quinto partido) o rendición de Vistalegre. Hay motivos para justificar cualquier cábala y dudas razonables de hasta dónde llegará cualquier de estos dos equipos en la final ante el gigantesco Barcelona. Pero eso será otra cuestión y aquí, en esta semifinal, todavía hay demasiada tela que cortar antes de lanzar la mirada más allá...