Navarro devuelve al Palau la llave de París

euroliga | real madrid 73 - barcelona 84

Navarro devuelve al Palau la llave de París

Navarro devuelve al Palau la llave de París

El Barcelona recuperó a la primera oportunidad la ventaja de campo en la serie de cuartos y retomó parte de su superioridad anímica sobre un rival que lo intentó por la vía de la épica y sin suerte en el segundo tiempo tras un primero en el que apareció el mejor Barcelona: defensa, alto ritmo de juego y tiro exterior letal. Con Navarro al mando, el equipo de Pascual entra, a tiempo y con su mejor versión, de lleno en la eliminatoria.

Una de las cosas que transmitieron los partidos disputados en el Palau es que el desacierto y la ansiedad hasta la angustia del Barcelona eran el desacierto y la ansiedad hasta la angustia de Juan Carlos Navarro. Después de no anotar ningún triple en esos dos partidos ni en el de ACB ante Fuenlabrada, Navarro ha vivido tres días en el ojo del huracán por su 1/29 en triples en los seis partidos anteriores a la final de Vistalegre. Porque a final pintaba el partido: el Barcelona podía perder el tren psicológico de la serie de forma definitiva, el Madrid dejarse de un plumazo todo lo ganado en el Palau con sangre, sudor y lágrimas. Y así fue.

Y así fue entre otras cosas porque Navarro se puso al mando desde el comienzo, sacó galones y su extraordinaria categoría como jugador. Su figura representó para su equipo más que un diván de psiquiatra, un faro casi espiritual. Navarro firmó 24 puntos, 2 asistencias y hasta 4 rebotes. Y dejó un 4/6 en triples con algunos marca de la casa, de factura imposible. En el descanso llevaba tres sin fallo y había dirigido la regeneración absoluta de un Barça que dio un golpe tan terrible en el primer tiempo que luego no hubo lugar ni para la épica ni para la locura. El Real Madrid remó con la desesperación del condenado y llegó vivo a los últimos minutos, donde cayó con honor pero con mucho dolor ante un rival que no se descompuso nunca y aguantó todas las cargas de la defensa de Messina y de la grada de Vistalegre, entregada a un frenesí entre la heroica y la angustia que no tuvo recompensa final.

Así es el baloncesto y así cambian las cosas en las series de playoff. El Barcelona de los 11/48 triples en dos partidos marcaba al descanso 7/9 y al final 10/20 con lanzamientos salvadores en momentos muy comprometidos de Morris y Lakovic. El esloveno, 3/4 para 13 puntos, 7 de ellos seguidos cuando más penaba su equipo, fue otro de los rostros de un Barcelona que fue el Barcelona por primera vez en la eliminatoria. Mickeal fue de menos a más (13 puntos, 5 rebotes), y Ndong y Vázquez dominaron los aros a su antojo en el primer tiempo en conexión con un Morris al que, como intuíamos, el Barcelona echó mucho de menos como local. El estadounidense aportó polivalencia en ataque y elasticidad en defensa, un soplo de aire fresco para una serie en la que se juega con un conocimiento del rival claustrofóbico de puro exhaustivo por parte de Messina y Pascual, Pascual y Messina.

En los banquillos también giraron las tornas y Xavi Pascual se sacudió parte de su clara derrota de la semana anterior. No concedió en todo el primer tiempo ventajas al Real Madrid, evitó la sangría de Tomic, al menos de salida, y el Barcelona consiguió forzar pérdidas del Real Madrid, correr, rebotear, intimidar y crecer. Las sensaciones de partidos anteriores duraron tres minutos: 7-4. Ahí llegó un 0-15 (7-19) dirigido por Navarro que devolvió al Madrid a la cueva de sus peores pesadillas de la temporada ante el ogro azulgrana: sin encontrar tiros ni soluciones ofensivas y a partir de ahí cada vez más impotente en defensa. Con el Barcelona anotando en cada ataque (14-25 en el primer cuarto) llegó otro momento demoledor: 0-11 y 17-36 en ruta hacia el 23-46 que parecía definitivo y que a la postre, aunque con mucha historia de por medio, lo fue. El Real Madrid moría entre cambios constantes que no daban con la tecla y agonizaba colgado de un Hansen convertido en inesperado héroe (11 puntos sin fallo al descanso, fundido después en su guerra privada con Navarro). Un 8-0 antes del descanso ofreció (31-46) un resquicio de esperanza a Vistalegre.

En honor del Real Madrid hay que decir que su esfuerzo salvaje convirtió la segunda parte en una batalla frenética y explosiva tras el paseo azulgrana de los dos primeros cuartos. Apoyado en la presión de la grada llevó su defensa más allá del límite y forzó la máquina por encima, eso pareció, de sus propias posibilidades. Si situó cerca de los diez de desventaja (50-61 al final del tercer cuarto) y se desangró después porque el Barcelona, con sufrimiento pero con calidad, aceptó de pleno la guerra defensiva y encontró siempre una solución a tiempo en ataque: Lakovic, Mickeal, Lorbek, Morris, y Navarro. Siempre Navarro.

En hombros de un tremendo segundo tiempo de Tomic (terminó con 23 puntos y 11/13 en tiros de campo), el Real Madrid soñó hasta el 56-64 con un mundo (siete minutos) por delante. Pero no hubo forma. Las faltas llevaron a la línea de tiros libres a un Barcelona impecable (18/19) y no hubo continuidad anotadora salvo en rachas por las bravas de Llull (discontinuo) y Prigioni (demasiado tarde). Felipe se machacó bajo los aros pero se quedó en 3 de valoración. Garbajosa no tuvo ningún peso en el juego de ataque y Jaric apareció muy poco. Cadena perpetua para un Ettore Messina que limitó al máximo la rotación entregado al núcleo de guerreros de su confianza en el que ya se ha instalado Felipe pero en el que no está Bullock (8 minutos, -6 de valoración). Lavrinovic y Kaukenas no llegaron a los cinco minutos de juego (sin anotar) y Velickovic y Vidal no pisaron la pista. En total una rotación real de apenas siete jugadores ante un equipo que volvió a su versión más tremenda con prácticamente once jugadores apartando en uno de los dos lados de la cancha. Esta vez no brillaron obreros como Grimau o Sada pero lo hicieron las estrellas. Con Navarro, y de qué modo, a la cabeza.

Así que con todo lo dicho, escrito y pensado en la última semana, el Barcelona manda 2-1 y tiene asegurado un quinto partido en su fortín (un poco menos tras el segundo duelo) del Palau. El Barcelona que parecía deprimido, sorprendido y herido de muerte, manda en la serie y ha tomado Vistalegre con el pulso firme y la confianza reactivada. El Real Madrid, por el contrario, tiene que volver a trabajar a partir de cero, con 48 horas para volver a creer y volver a competir, volver a imponer su ritmo, su juego y su defensa. Si lo consigue llevará la serie al límite, al filo de lo imposible. Pero la llevará, en el mejor de los casos, a territorio hostil tras desaprovechar una ocasión de oro.