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euroliga | barcelona 68 - real madrid 61

Mickeal y Ndong sofocan un golpe de estado

Eléctrico inicio de playoffs de cuartos en el Palau. El Real Madrid mostró su mejor imagen durante casi cuartos y medio y rozó la proeza ante un Barcelona muy desacertado en el tiro y demasiado ansioso cuando la cosas se torcieron pero que al final tiró de músculo y defensa y de la aportación de Ndong para mantenerse a flote y Mickeal para el despegue definitivo, un 11-0 final que sepultó a un Madrid que por fin compitió con el Barça... pero que volvió a perder.

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<strong>PETE MICKEAL.</strong>
PETE MICKEAL.

El partido tiene dos lecturas para el Real Madrid. Por un lado ha descubierto que puede competir con el Barcelona, ha demostrado que ha aprendido de las derrotas anteriores por aplastamiento y ha sido mejor que el equipo azulgrana durante buena parte del partido y en conceptos en los que fue barrido en ACB y Copa. Eso dirán los voluntaristas. Los pesimistas, en cambio, se agarrarán a que el 85% de las series europeas se las lleva el que gana el primer partido, a que el Barcelona suma con éste 33 triunfos seguidos en casa y 45 en 48 partidos oficiales esta temporada.

Dirán los pesimistas que ocasiones así no se pueden desaprovechar en ruta hacia una Final Four y no les faltará razón. Dirán que pocas veces se va a encontrar uno con un Barcelona tan ofuscado y poco resolutivo, con tan poca puntería (estremecedor 2/14 en triples entre Navarro, Lakovic y Basile) y tan blando en el rebote: tardó más de dos cuartos en capturar un rechace en el arco del Madrid y sólo al final equilibró algo (33-37) una lucha que sorprendentemente gobernó el equipo blanco. Que compitió con el Barcelona, por fin; pero perdió con el Barcelona, otra vez. 1-0 y en 48 horas otra batalla lacerante, extenuante, terrible. Un factor que seguramente favorece al Barcelona, con más músculo y más físico. Un Barcelona que quizá aprenda la lección y enseñe su cara más carnívora... o quizá el Real Madrid le lleve del jaque al jaque mate. Eso será el jueves. Ahora toca hablar de este 68-61...

Pete Mickeal, natural de Illnois, tiene detrás una historia vital difícil y presume de dureza competitiva en la pista porque la calle y la vida le enseñaron que no hay otro camino. No tiembla nunca y pide los balones de los que otros huyen. Mickeal, un galimatías para el Real Madrid y su eterna ausencia de un tres puro, rescató al Barcelona de la sepultura con su gesto de héroe y ocho puntos seguidos, incluidos dos triples que desterraron la sufrida esperanza de la que se había hecho merecedor el rival. Esos 8 puntos apuntalaron un 11-0 con el que el Barcelona volteó el partido. En los últimos seis minutos el Madrid anotó... un tiro libre de Lavrinovic. Del 57-60 en el 34 al 68-61 final. El vía crucis azulgrana se resolvió por defensa, músculo e intimidación con el reglamento llevado al límite. El Barcelona es más fuerte y manejó la ventaja que le da ser local con un arbitraje de tendencia casera al estilo Euroliga (18-26 en faltas personales y decisivo 26-6 en tiros libres lanzados); Se permitió mucho y se permitió más al Barcelona, que estiró sus armas al límite y pasó de una zozobra inimaginable antes del partido a una explosión en la que había alegría, adrenalina y la mueca de quien sabe que se ha escapado del infierno cuando ya se le chasmuscaban los talones. Al final, 18 puntos y 6 rebotes de Mickeal.

Antes, en los peores minutos del Barcelona, Boniface Ndong sacó su perfil de antihéroe y su corpachón para que sus compañeros se agarraran a él y se mantuvieran a flote: 14 puntos, 6/6 en tiros de campo, 7 rebotes, 3 tapones y los puntos, rebotes y esfuerzos defensivos que impidieron un hachazo visitante cuando este parecía inevitable: 43-49 en tránsito por el tercer cuarto, con el Barcelona ofuscado demasiado pronto en soluciones épicas e individuales que nunca funcionaron. Mientras que los de Pascual resolvían dos ataques seguidos con triples errados por Trías (Morris se lesionó recién entrado en cancha), el Real Madrid tuvo una racha en la que parecía disfrutar saltando en la sartén en la que parecía destinado a freírse y en la que finalmente se frió. Defensa, rebotes (Felipe, Felipe, Felipe...) y buena lectura del ataque, con paciencia, ritmo controlado y acierto en tiros puntuales. Entonces, en el mejor momento, el Madrid no tuvo continuidad en su quinteto por las faltas y Xavi Pascual fue valiente al jugársela a la carta defensiva: Basile, Sada, Ndong, Mickeal... En el banquillo Navarro y un Ricky que estuvo magistral en el primer tiempo y agobiado, con el lenguaje corporal torcido, en el segundo.

Hasta ese punto de inflexión en el que el Madrid no despegó y se obligó a un final frustrante, Messina había tejido una tela de araña que convirtió a la víctima en verdugo. El Barcelona tuvo amagos de despegue (25-19) pero falló tiros clave, limpios. Y el Real Madrid hizo la goma a la perfección. Hubo triples de Basile (dos seguidos) y un par de mates de póster de Fran Vázquez, pero las sensaciones no eran las de anteriores emparejamientos. El Barcelona se desangraba en malos tiros y falta de circulación y rebote, no encontraba a sus pívots ni jugaba cómodo por encima del aro. El Real Madrid era paciente y selectivo, bordaba las ayudas defensivas, electrificaba cada línea de pase y fue en ataque de menos a más (una fase dulce en el tercer cuarto) y de ahí a la nada que le condenó en la recta final del partido.

Messina se rodeó de una guardia pretoriana para aplicar su plan. Tres minutos de Bullock, nada de Vidal ni un Velickovic cada día más residual. Llull estuvo intenso y Felipe épico jugando de '4' (8 puntos, 7 rebotes) con ayuda de un recuperado Lavrinovic (14 puntos, 8 rebotes) y un Tomic que dejó destellos pero al final, cargado de faltas, estuvo verde. Un final en el que Prigioni o Garbajosa volvieron a mostrar síntomas de agotamiento, un problema para el Real Madrid si, como tiene que ser a la fuerza su deseo, la serie se alarga y se enreda.

Al final el Madrid perdió porque, de una u otra manera, con 61 puntos es imposible ganar en el Palau, porque el acelerón final del Barcelona fue abrasador, un coletazo de orgullo de un equipo que cuando estuvo perdido se agarró a su fe y apretó los dientes en los intangibles, que terminó con una defensa kamikaze para salvar lo que hubiera sido más que un 0-1 una conquista, un giro anímico integral, un golpe de estado. Ahora pasarán, muy rápido, 48 horas y llegará la segunda entrega. ¿Otra batalla? Seguro. ¿Un Real Madrid que pasa del notable alto al cum laude? Quizá. ¿Un Barcelona que afina la puntería y recupera su versión caníbal? Una posibilidad muy real. ¿Un espectáculo enorme? Sin duda; Con el Barcelona más consciente del peligro del lobo blanco con piel de cordero y el Real Madrid obligado a lamer sus heridas en tiempo récord porque un 2-0 le obligaría a un milagro más allá de la épica. Esto es la Euroliga y tanto vale el billete para soñar; Tanto vale una plaza en la Final Four.