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ACB | FUENLABRADA 61-DKV JOVENTUT 103

El Fuenlabrada toca fondo

El DKV Joventut ahondó en la crisis del Ayuda en Acción Fuenlabrada tras vencer de forma abrumadora en el feudo de su adversario de esta mañana, que tras siete derrotas consecutiva es, probablemente y a día de hoy, el equipo en peor forma de la Liga ACB.

Hilvanar el relato de un partido en el que uno de los contendientes, el hoy visitante, se mostró tan sobradamente superior se hace imposible. Sólo un primer cuarto igualado fruto de un intercambio de canastas sin demasiado sentido es digno de ser reseñado. Todo lo demás fue de sobresaliente en el equipo badalonés y de muy deficiente en el fuenlabreño; en la segunda mejor liga del mundo no se producen esas diferencias si no se conjugan méritos y deméritos tan extremos.

Loemos en primera instancia los atributos ganadores del Joventut: Más que buena defensa; dominio absoluto del juego interior con el madrileño, ex del Fuenlabrada, Antonio Bueno, el mejor jugador del partido, como cabeza de cartel y excelente repertorio en el tiro exterior con el estadounidense Clay Tucker, el serbio Uros Tripkovic y el canterano Pere Tomás en el papel de máximos artilleros.

No obstante, hay una cuestión más a valorar, la actitud. Encomiable en los verdinegros y deplorable en los naranjas. El de hoy ha sido, posiblemente, el peor partido en casa del Fuenlabrada en sus 12 años de historia en la Liga ACB. Se dice pronto. El público, acostumbrado a que su equipo cuando pierde lo haga con honor, no resistió más tal desidia impropia de la idiosincrasia de su club y silbó sonoramente a los suyos en un justo veredicto.

El actual Fuenlabrada es un equipo que baja pronto los brazos y retroalimenta sus demonios a la primera dificultad. Un parcial de 0 a 7 en el inicio del segundo cuarto fue una losa imposible de levantar, y eso es un precario bagaje anímico para un equipo profesional y más en esta competición. El discurso de Luis Guil, un técnico muy preparado y que plantea un baloncesto muy agresivo en ambos lados del parqué, ni se escucha ni se quiere escuchar en el remolino de dinámica perdedora más que preocupante.

Un triple del congoleño Christian Eyenga sobre la bocina recibió la ovación del público local, una inequívoca muestra de despecho y el germen de una relación peligrosa entre dos colectivos antaño inseparables.