Un imperial Velickovic lanza al Madrid al 8-0

Y ya van ocho, ocho triunfos consecutivos en Liga. El Madrid sigue primero, firme e invicto con Novica Velickovic en plan estelar. El DKV Joventut le plantó cara en el clásico, anda arriba en la tabla, cierto; pero le tocará sufrir en los puestos nobles en su primer año sin un líder carismático, sin Rudy ni Ricky. Se mueve lejos del nivel de los dos colosos, aunque la pregunta sería quién se acerca al Barça y al Madrid. Nadie, a día de hoy. El gran debate del baloncesto español es cuál de los dos tiene mejor plantilla, qué equipo es superior. Al menos hasta que Oleson y el Baskonia den señales de una vida mejor. Mientras, van devorando rivales. Hay jornadas que con exhibiciones, otras con oficio. En esta tocó lo segundo.

Ante la Penya los blancos reincidieron justamente en el error que Messina quería subsanar: otra mala puesta en escena. De nuevo Prigioni, Bullock, Hansen, Garbajosa y Lavrinovic en el cinco inicial y de nuevo Kaukenas y, sobre todo, Llull y Velickovic acudiendo al rescate, a apagar el fuego del primer cuarto: 9-16 para los verdinegros. Tripkovic, seis puntos seguidos, superaba en centímetros a Bullock, que no se sentía cómodo. El entrenador italiano tampoco. El americano ha aceptado un descenso en el escalafón, pero no es fácil adaptarse siempre en cada encuentro. Además, mala defensa colectiva. Koffi sacaba tajada bajo el aro de los despistes.

Tucker.

Y eso que Tucker todavía no había armado su fusil. Anotó cinco triples seguidos entre el final de la primera parte y la reanudación (43-45, minuto 22). Libre de marca y, las más de las veces, con el defensor encima mordiéndole la camiseta.

Pero la sensación es que todo daba igual, que el Madrid había despertado, que apretaba atrás y que con destellos de clase le bastaría. Nadie frenaba al imperial Velickovic. El serbio es un pívot con garra, con la movilidad de un alero y con el talento de un escolta anotador rompedor de cinturas. Im-pa-ra-ble. 29 puntos y 36 de valoración. Llull se sumó a la fiesta para rematar la faena. Pasó de defender como un tigre a anotar dos triples y un mate que encendieron Vistalegre (68-57). Fue el acabóse, literal.