Los chinos creen más que nunca en la clasificación

Los periodistas chinos esperaron a sus jugadores en la zona mixta del Wukesong después del partido y le tributaron una ovación incondicional que fue secundada por la prensa española y resultó un suplemento a la que los 15.000 aficionados que llenaron el pabellón olímpico dedicaron a un grupo que estuvo a punto de conseguir una gesta histórica. China no esperaba nada de su partido contra España pero desató la locura y paralizó el país, según mostraron las imágenes de los informativos chinos a lo largo del día. Los centros de prensa (IBC y MPC) estuvieron inactivos un buen rato, los voluntarios se arremolinaron en torno a las pantallas y en el Wukesong hasta se saltaron el protocolo para ver el final del partido desocupando unos minutos su trabajo. Perdieron y, deportivamente, aplaudieron al ganador, especialmente a Gasol, que aquí despierta pasiones y dejó un murmullo de admiración después de un último mate en la prórroga que cerraba el partido.

Y además, la derrota dejó un buen poso. China no ha ganado todavía pero ya ha superado los dos grandes obstáculos y tiene una fecha marcada en rojo: el sábado, a las 20:00 horas (14:00 en España) se mide a Alemania. Si la lógica no falla (Alemania pierde contra España y China le gana a Angola), los dos equipos llegarán empatados a una victoria y Yao se jugará contra Nowitzki el pase a cuartos. "Esto nos va a dar moral", dijo el seleccionador Kazlauskas después de un partido que en China ya se considera un punto de inflexión. Acostumbrada a seguir el baloncesto de élite por televisión (especialmente la NBA) y a sentirse inferior en todos los campeonatos, China se siente desde ayer con fuerza para hacer algo grande en los Juegos. Por el nivel mostrado, es un legítimo aspirante a cuartos y, una vez ahí, por qué no pensar en sorprender a Lituania. Los jugadores lo creen y la afición también. El primer clasificado del grupo A no podrá dormir tranquilo antes de cuartos si China se clasifica.