Había dos cosas que Red Auerbach no estaba dispuesto a ver en sus Celtics: un equipo perdedor y cheerleaders en el pabellón. Desde que el mítico entrenador y general manager falleciera en 2006 (16 títulos de campeones llevan su firma), las cosas han cambiado en Boston. Y mucho. "El primer año fue complicado. A los aficionados se les hacía raro ver a las chicas. Pero ahora las cosas han ido mejor. El equipo ha jugado bien y está en la final. Eso ayuda", dice Marina Ortega, la coordinadora de las Celtics Dancers.
El tiempo del descanso se agota. Del vestuario del Boston Dance Team van saliendo las animadoras, alineadas por Ortega. Un minuto en la pista, pompones plata para animar a la grada celtic en el arranque del tercer cuarto y de nuevo al túnel que da acceso al parqué. Esperan al siguiente tiempo muerto. "El peor momento es la primera salida a pista. Se escuchan los gritos de los aficionados, el abucheo a los rivales, repasas en la cabeza todas las coreografías Ahí tienes mariposas en el estómago", reconoce Ortega, quien simboliza el robo de este final. Antes era jefa de las cheerleaders de los Lakers, las más famosas de la NBA; ahora lidera al eterno rival. "Espero que también nosotras ganemos la final. Pero va a ser muy competida, eso seguro. De momento, todo el mundo está muy contento con las cheerleaders". No sé si todo el mundo. Se me viene a la cabeza Auerbach. "Están esperando a que me muera para tener cheerleaders", decía el hombre del puro en 2004. Acertaba.