Baloncesto Euroliga | Real Madrid 80 - Olympiacos 70
Bullock selló la victoria
Gran actuación del Real Madrid ante un aguerrido Olympiacos
No fue un partido. Fue una pelea de bulldogs. Y se impuso el Real Madrid, demostrando que no sólo tiene clase; también agallas. Segunda victoria de Plaza y sus guerreros en el Top 16 de la Euroliga y segunda demostración de solidez ante los ambiciosos rivales atenienses. El Panathinaikos cayó en Vistalegre en la primera fase y ahora lo ha hecho el Olympiacos, que con Giannakis como técnico vuelve a ser un aspirante a todo. El Real, por si coinciden en la Final Four, ya les ha dado un aviso: Madrid, ciudad prohibida. Vistalegre suma 20 partidos, dos años y 12 días sin conocer la derrota en competición internacional.
A los nueve minutos Panas Giannakis vio claro que, con frac y técnica, el choque estaba perdido. Un festival de triples madridistas (5/7) había colocado ya el primer margen superior a 10 puntos en el marcador (22-9). El Madrid fusilaba con precisión y dominaba el rebote, así que el entrenador heleno dio la órden de asalto: '¡Bayonetas fuera!'.
A partir de ahí, mamporros, empujones y fiereza máxima del Olympiacos, tanto en defensa como en ataque. Mark Jackson, monolito de basalto, convirtió las zonas en tatamis de grecorromana y, como el arbitraje fue permisivo (muy permisivo) el Madrid topó con un nuevo examen: de hombría. También lo superó. Y lo hizo con un relevo ya habitual de protagonismos. Cuando Olympiacos recortó desde -15 (36-21) a -5 (40-35) Charles Smith respondió en una serie fantástica (60-45). Y cuando el Olympiacos amenazó otra vez (72-67, min. 37) fue Louis Bullock el que apagó su ímpetu, con cinco puntos en un minuto que completaban una ráfaga de 11 en el último cuarto. Entre uno y otro cañonero americano, aportación constante, seria, valiosa de Álex Mumbrú, que responde de modo notable en estos choques correosos. Y, por supuesto, Felipe Reyes nunca dio un paso atrás ante el fornido Jackson, a quien el propio Giannakis tuvo que aplacar porque le desbordaba la adrenalina.
También Raúl López tuvo trabajo duro, en especial cuando a Tunceri le dejaron fuera de combate con un rodillazo en una pierna. Llull ayudó bien, aunque salió en frío a una pelea muy caliente. Fue uno de esos partidos que al ganador le satisfacen doblemente al volver al vestuario. Incluso los de labor callada (Sekulic, Hervelle...) se condecoraron con moratones. Vistalegre rugió y el Madrid venció. De nuevo.