Final ACB | Winterthur Barcelona 71 - Real Madrid 82
Doblete histórico con sabor a Reyes
El Real Madrid conquistó el Palau y suma 30 ligas en baloncesto
Problema de aritmética. Felipe Reyes = 21 pun-tos. Trías+Marconato+Vázquez+Kasun (o sea, los cuatro pívots del Barça) = 20. Pregunta: ¿Quién fue el mejor jugador del partido?
Treinta ligas ganadas por el fútbol y otras tantas por el basket. 'Soy un hombre de suerte', proclama Ramón Calderón. Quizá, pero olvide esta vez a la diosa Fortuna, presidente. Lo que tiene usted, lo que tiene el club en baloncesto no es suerte, sino un equipazo. Lo dijo el propio Felipe Reyes cuando iba a recibir el trofeo de MVP: "No lo tomen como tópico: esta Liga no la ha ganado ninguna individualidad. La ha ganado todo un equipo".
Del triple de Herreros en 2005 a los triples de Raúl López y Kerem Tunceri a 2007. En Vitoria el Madrid buscó un imposible y lo encontró. En el Palau el Winterthur se resignó a la derrota a un minuto del final. Los azulgrana, con Grimau como revulsivo, habían recortado a cuatro puntos (71-75, min. 39) una desventaja que poco antes era de 17 (53-70, min. 32), pero en aquellos instantes críticos Felipe Reyes, que había puesto ya los cimientos y muchos pisos de la victoria, puso el tejado a su obra con un valioso rebote bajo el aro propio y un enceste crucial en el rival. Era el 71-78, la guadaña para una escalada culé de 15-3 en siete minutos. Quedaban 50 segundos por delante, toda una eternidad en basket, pero el Barça se rindió a la evidencia. Superman Felipe podría con todo. Un triple de Raúl y otro de Tunceri apuntillaban de modo simbólico un choque en el que los dos bases madridistas habían completado actuaciones modélicas. Impecable el turco en los dos primeros cuartos.
Líderes.
Excelente el español en los dos siguientes. Siempre control absoluto del ritmo del partido, siempre orden y cabeza en una batalla rebosante también de corazón y espíritu guerrero. Porque eso ha sido, en resumen, la final de esta Liga: una batalla de ritmos. Cuando el Barça impuso la velocidad, la agresividad en defensa y la transición veloz al ataque, dominó. Y así logró su único triunfo en la serie, en el tercer partido. En los restantes fue el Madrid el que marcó esa palabra tan importante en basket: tempo. Mucho mérito en este detalle, ya que los hombres de Plaza iniciaron la temporada con un juego explosivo, similar al que ahora buscaban los azulgrana (lo que se llama, en argot, juego en toda la cancha), pero han evolucionado hasta dominar también el cinco contra cinco, el juego en media cancha, los sistemas y el orden para imponer el talento.
Es el fruto a un espléndido trabajo de Joan Plaza (perdón: Joanovic de ahora en adelante) y sus colaboradores. El Real Madrid empezó el campeonato con una tacada de 13 triunfos sin fallo y un juego vivaz, alegre. Con Raúl a la batuta, resucitó el contraataque y se enamoró al público de Vistalegre. Luego, cuando las lesiones y los cambios rompieron la dinámica del grupo, obligaron a realizar ajustes sobre la marcha, los técnicos y la plantilla encontraron soluciones valiosas. Del rock a la sinfonía, siempre en alta sincronización.
Carácter.
Joan Plaza ha completado un año glorioso como rookie. Ha ganado la Liga en su primera temporada como entrenador jefe en la ACB (algo que sólo Luis Casimiro y Svetislav Pesic habían logrado) y ha añadido el título en la Copa ULEB y el subcampeonato en la Copa del Rey. Hacía 23 años que el Real no sumaba un galardón europeo a la corona nacional. El Madrid vuelve a ser grande dentro y fuera de casa. Este formidable conjunto hace un puente histórico sobre años de penuria para enlazar con los equipos de la época dorada en la sección.
Dominio blanco de principio a fin. El viernes, en el tercer asalto, Dusko Ivanovic había encontrado la fórmula para abatir al Real: ritmo electrizante y muralla contra Felipe. Dos días después repitió la estrategia (de nuevo los gigantes Marconato y Kasun en el quinteto inicial, preparando dobles marcajes contra Reyes), pero Plaza, Felipe y Tunceri (base inicial en el quinteto blanco) lo esperaban. Y el capitán madridista fue de nuevo un coloso desde la base a la cúspide del choque. Si en el tercer partido quedó en 5 puntos, ayer sumó lo de dos días juntos. E igual que en los capítulos uno y dos de la novela, fue el máximo anotador y mejor jugador de su equipo (17, 23 y, ayer, 23).
Con Felipe imparable dentro y Tunceri soberbio en el perímetro (dos triples ya en el primer cuarto), el Real tomó pronto las riendas del choque (17-25, min. 9) y no las soltó hasta el final. En el equipo catalán había empezado fuerte Lakovic, pero Navarro estaba muy bien controlado por la retaguardia visitante. Por eso elogiaba Felipe al bloque. Porque todos orientaron el esfuerzo y las ayudas defensivas en ese control a la estrella azulgrana.
Bloque.
Navarro, 5 puntos al acabar el primer cuarto, los mismos en el descanso y los mismos en el minuto 30. Pregunta de lógica esta vez: ¿piensan que planteó bien el partido el Madrid? Los guerreros de Plaza tenían una misión. De todos y para todos. Y se concentraron en ella como una sola mente y un solo cuerpo. Felipe emergió sobre todos, se erigió en monumento a la tenacidad y la eficacia, pero creció sobre un pedestal solidísimo formado por once abnegados compañeros. Y entre esas estrellas obreras estaba Sweet Louis, responsable directo del marcaje a Navarro, primer causante de que La Bomba acabase desactivada y fuese el Madrid, en territorio enemigo, el que se proclamase campeón. La Liga 30 en 51 ediciones.