Noche mágica de Reyes y Bullock ante el Kazan

Tal como deseaban Joan Plaza y sus guerrilleros, Vistalegre fue un infierno. Un equipo venido de Kazan, capital de la República Tártara, tendría que haberse sentido como en casa, ya que la palabra tartarus significa precisamente infierno en latín y griego, pero este Unics tiene más de lituano que de ruso, sus hombres se han bañado más en el Báltico que en el Volga, así que les afectó el rugido intimidador del recinto madrileño.

Había que ganar por más de siete, pero el Madrid fue generoso con su público: le brindó 21 (84-63). A cambio, la afición blanca premió a sus paladines con ovaciones ensordecedoras, y con un apoyo constante desde el minuto cero al 40. Pocas veces hemos visto una identificación mayor entre un público y un equipo que la vivida ayer en Vistalegre. El Real Madrid vuelve a una final europea. El 10 de abril, en Charleroi, y con el Lietuvos Rytas de adversario, buscará el título de Copa ULEB que se le escapó allí mismo tres años atrás, ante el Hapoel Jesusalén.

El Real tiene una deuda histórica con su propia leyenda. Ha ganado al menos una vez todas las competiciones que ha disputado, salvo la Copa ULEB. En sus vitrinas están los trofeos continentales de Euroliga, Copa Saporta y Copa Korac. Falta uno, y el Madrid irá por él. Si juega como anoche, con corazón, cabeza y talento, con furia, ambición y eficacia, lo conseguirá. La final, en cualquier caso, tendrá poco que ver con el amistoso que disputaron Real y Lietuvos en pretemporada, con amplio triunfo blanco. El equipo lituano, no olvidemos, fue campeón de Copa ULEB en 2005.

Frente al Kazan hubo dos héroes. Felipe Reyes, quizá en la mejor actuación de su brillante carrera deportiva, y Louis Bullock, que tal como había anunciado, dejó su torpeza en tierras rusas. Ambos fueron los pilares de un conjunto que funcionó de modo impecable, con intensidad, eficacia y absoluto sentido colectivo del juego. A los 12 minutos el Madrid logró ya la diferencia soñada de +8 (28-20), tras un primer cuarto inconmensurable de Felipe (11 puntos y 9 rebotes, uno más que todo el Unics Kazan). El exceso de adrenalina motivó precipitación madridista, aprovechada por el equipo ruso para responder (35-38), pero el Madrid volvió a la carga de forma arrolladora. Primero fue Axel Hervelle el que siguió la estela de Felipe, luego Sekulic (su mejor día de blanco) y, para redondear, Sweet Lou, que con su admirable repertorio de ataque elevó la ventaja hasta 22 puntos (73-51, min. 32). A partir de ahí, fiesta en la plaza. Felipe se ganó diez vueltas al ruedo y Sweet Bullock puso el broche con un ¡dejadme solo! memorable. Fue el delirio.