El Madrid sigue de líder bajo la batuta de Raúl

Dos visitas, dos derrotas. El Valladolid ha vuelto escaldado de Madrid, pero en ambas ocasiones han sido derrotas honorables. Como ocurrió ante Estudiantes, el equipo pucelano exprimió al máximo sus opciones frente al Real Madrid, jamás arrojó la toalla y sólo acabó cediendo en la recta final del choque, cuando le frenó el esfuerzo. Hasta aquel momento, Paco García hizo filigranas con sus titulares para aguantar el rodillo de la rotación madridista, y sus jugadores mostraron profesionalidad y oficio.

El Madrid salió esta vez con la bicicleta de paseo, sin intensidad defensiva, y pinchó ante un rival serio en defensa y con dos pívots muy pragmáticos, Hopkins y Eley, que dominaron en las zonas. El Real, flojo en defensa y desastroso en los triples (3/14) se encontró dominado en el juego y en el tanteo al llegar el descanso (32-36).

La inercia del choque se mantuvo cuatro minutos más (37-45, máxima renta vivitante), momento en el que el Madrid tocó a rebato, cambió la bici de paseo por la de montaña y el decorado se transformó por completo.

Defensa agobiante y dirección ejemplar de Raúl López. Esas fueron las claves para que el Madrid frenase, templase y sentenciara. La presión blanca en media cancha cortó el flujo de balones hacia los pívots rivales, de forma que Hop­kins y Eley tenían que salir a seis metros para recibir, y ése, desde luego, no era su territorio de caza. Los fusileros madridistas seguían negados, pero las pérdidas de balón pucelanas y los contragolpes del Real decidieron. Cinco de cinco.