Mundobasket 2006 | Puerta atrás
Salgan los toreros
Nuevo intento. Veinticuatro años después de Cali-82, España luchará por medalla en un Mundial. Allí se perdió el bronce. En Japón aún hay opciones de oro. El sueño que rozó Díaz-Miguel puede cumplirlo Pepu Hernández.
La semilla del Ramiro. Pepu Hernández, como Antonio Díaz-Miguel, es un producto del instituto Ramiro de Maeztu. Se han sentado en los mismos pupitres, las mismas aulas. En el recreo han jugado al baloncesto en los mismos patios, las mismas canastas. Muchos años de diferencia entre ellos, pero grandes similitudes. Dos muy especiales: amor profundo al baloncesto y pasión por el Equipo Nacional. Antonio estuvo muy cerca del podio mundial, pero no logró alcanzarlo, en sus 47 años de seleccionador. Estoy seguro de que, si hubiera podido elegir heredero para el salto definitivo, le habría encantado que fuese otro hombre forjado en el Estudiantes. Otro técnico con extraña mezcla de romanticismo y pragmatismo como José Vicente Pepu Hernández.
Esplendorosa faena. Y, por supuesto, si la Demencia del club madrileño hubiese cubierto alguna grada del Saitama Arena, habría obligado a los jugadores ('¡Que-sal-gan-los-to-re-ros!') a comparecer de nuevo en la cancha para festejar la gran victoria, la memorable actuación frente a Lituania. Claro que hubo buen consuelo. Las cheerleaders que amenizan los tiempos muertos (el famoso grupo Red Foxes, de Moscú) evidenció con su vestimenta y canciones que España marca el ritmo y la moda en el Mundial. Lástima, para quienes seguimos el campeonato por la tele, que la publicidad y, a veces, los realizadores, nos hurten imágenes de tan grato espectáculo.
La mejor defensa del Mundobasket. Impresiona el potencial atacante español (93,1 puntos de media, sólo superados por los 109,3 de EE UU) pero más relevante aún es la eficacia defensiva (sólo 68,3 puntos encajados de media, frente a los 83,5 estadounidenses). Dejar inédito a Macijauskas en 21 minutos ha sido el cum lauden de Pepu como estratega y de sus jugadores en dedicación a la causa.
Argentina, por la senda de los campeones. Ha ocurrido en muchos campeonatos. Equipos poderosos que empiezan con juego mediocre, con dudas, y van elevando su registro en cada jornada. Argentina, de menos a más, empieza a recordarnos el fiero grupo que conquistó el oro olímpico en Atenas. España había establecido una diferencia histórica en cuartos de final de los mundiales (+22). Tres horas después, la selección albiceleste elevaba ese récord tres puntitos más (+25). España se había zampado el hueso lituano como un pastel. Argentina convirtió en delicia lo que hasta ayer había sido piraña turca.