Carlos Jiménez, estrella y obrero frente al Breogán

Dos antagonismos. En la cancha, Estudiantes frente a Breogán, con clara superioridad colegial no reflejada en las cifras. En las gradas, críticos de Carlos Jiménez contra defensores, rotundamente mayoritarios. Y yo ruego que me hagan un huequecito entre estos últimos. Considero que Carlos es uno de los jugadores más provechosos y admirables que ha tenido el club. La polémica, en cualquier caso, no afectó a su rendimiento (si acaso, lo ha hecho de modo positivo). Ayer fue el mejor valorado del choque (31 puntos) con sólo tres tiros en juego. Si alguien supera eso le besaré el trasero.

Tirones.

Carlos marcó las diferencias, pero el cogollo del triunfo lo puso la tripleta, el trípode en que se apoyan los éxitos en baloncesto: un gran base (esta vez Sergio Rodríguez, rey del pase al pívot), un gran alero (Pancho Jasen, el expreso de Bahía Blanca) y un gran pívot (William McDonald, el versátil jugador de Louisiana). Con este trío a pleno vapor, y con Jiménez cementando la obra, Estudiantes dominó enseguida y pegó fuertes tirones en el marcador (14-5, 38-29, 58-44, 78-61), aunque el equipo lucense recortó siempre, merced a oportunos cambios a defensa en zona y a la relajación rival. Tras el citado 78-61 (min. 34) Estudiantes encajó un parcial de 1-11 (79-72, min. 37) y tuvo que asumir protagonismo Carlos Jiménez para evitar más agobios. Lo hizo con una secuencia identificativa: balón recuperado, semi-asistencia, rebote de ataque, enceste y tiro libre adicional. Era un 84-75 a falta de minuto y medio. Firmado, Carlitos.