Playoffs | Real Madrid 82 - Tau 83
Scola adelanta al Tau con un recital de juego
El Madrid, pese a todo, tuvo opciones merced a su gran defensa.
Era un partido clave, ambos sabían que necesitaban rendir al ciento por cien, y fue el Tau el que logró su objetivo. Admirable Dusko Ivanovic: exprimió al máximo las opciones de su equipo; imposible sacar más jugo a una rotación de ocho jugadores. Un sólo punto de diferencia final, pero muchos en el nivel de baloncesto practicado por los protagonistas. Esta vez se ajustaron plenamente al patrón exhibido a lo largo de la temporada: equilibrio perfecto en el Tau, enormes recursos atacantes, dentro y fuera de la zona, concentración máxima, intensidad y ambición.
Y a pesar de todo, si hubiese entrado aquel último tiro a la desesperada de Bullock, la victoria, el 2-1 en la serie, habrían quedado en manos del Madrid. ¿Cómo se explica eso? Fácil: también el Madrid dio lo mejor de sí mismo. Pero su identidad es una gran defensa y un ataque cojo. Los triples de Bullock, la brega de Reyes y poco más. Gelabale, talismán tantas veces, acusa su juventud, le sobrepasa la tensión, y Sonko se vació en el marcaje a Macijauskas.
Lo dicho: el Tau juega un gran baloncesto y el Madrid se deja la piel en defensa. Si el equipo vitoriano aguanta, si continúa con su agresividad en ataque y defensa, será campeón. Pero no demos por enterrado al Madrid. Si encuentra una vía de escape, si puede robar balones, dominar el rebote, correr, habrá sorpresa. Estamos, en cualquier caso, ante una final que tenía emoción y ahora añade calidad. El tercer asalto fue tremendo, de gran nivel físico, técnico y táctico. El Tau fue como un equipo de relevos en atletismo. En el primer cuarto llevó el testigo Kornel David (9 puntos), en el segundo Splitter (11), en el tercero Scola (7) y en el último las dos estrellas: Macijauskas (dos triples oportunísimos, de 70-67 a 70-73) y el citado Scola, que logró el enceste ganador y esta vez fue don Luis, por encima incluso de su tocayo y rival Louis Bullock, que cumplió el guión de otras ocasiones: faena espectacular con el capote... y fallo con la espada.
Un último apunte: magnífico arbitraje. La tormenta sucia montada sobre unas rivalidades internas en el colectivo arbitral, unas diferencias de criterio sobre valoración y niveles propios, no han influido en el comportamiento del trío de ayer, que dejó jugar y repartió justicia.