En una Liga dominada hegemónicamente por el Real Madrid, con tímidos zarpazos del Barcelona y del Joventut, surgió el germen de la ACB. El 3 de marzo de 1982 se constituyó esta Asociación. El acta fundacional la firmaban Carlos Casas (Manresa), Juan Fernández (OAR Ferrol), Santiago Toca (Valladolid), José Cabrera (Canarias), Ángel Palmi (Granollers), Carlos Pastrana (La Salle Bonanova) y Santiago March (Joventut Badalona). Poco a poco se incorporaron a la Asociación el resto de clubes de la Primera División, siguiendo el modelo de los clubes italianos que habían constituido la Lega unas campañas antes.

Corría el año 1983 y, a pesar de no contar todavía con el control del torneo liguero, que seguía en manos de la Federación, la Asociación emprendió la reforma de la competición. La temporada 83-84 representó la primera Liga ACB, con un nuevo formato en el que la gran novedad fue la inclusión del playoff.

El primer presidente fue Antonio Novoa (Granollers) y el presupuesto anual rondaba los 12 millones de pesetas. Le sucedería en el cargo el madridista Mariano Jaquotot y a éste Juan Fernández (OAR). Evaristo del Río fue el primer presidente no ligado a club alguno. En 1990 accedió al puesto Eduardo Portela (anteriormente entrenador y gerente del Barcelona), que no ha perdido el control en 15 años.

La ACB organizó sus competiciones en régimen de delegación de funciones por parte de la Federación a partir de 1984, año histórico en el baloncesto español con la plata alcanzada por la Selección en los Juegos de Los Ángeles. La creación de la liga profesional provocó alguna controversia y en 1985 una sentencia del Tribunal Supremo reconoció la legalidad de este tipo de asociaciones, no contempladas en la Ley del Deporte de 1980. La de 1990 otorgó la categoría profesional a las competiciones de élite de fútbol y baloncesto, entregando la responsabilidad de las mismas a la Liga de Fútbol Profesional y a la ACB.