Palancas, palancas, más palancas y un Museo Messi en La Masia para allegar nuevos ingresos.
Anoche jugaron al menos seis de los que podemos dar por titularísimos para la final de Copa.
Puede empezar por preguntarle a Benzema cómo ha completado 14 temporadas con sólo 9 tarjetas amarillas.
Ahora evoca su nacimiento como rama de aquel tronco replantada en Madrid.
Al Madrid le queda el oprobio de esa goleada, encajada por descuidos visibles.
Si ni ellos lo tienen claro... Los árbitros son hoy víctimas de un ambiente calamitoso.
En el arranque del campeonato pareció que Lewandowski iba a ser la locomotora del Barça, pero se secó.
Un personaje como Mendilibar merecía una alegría así en la cumbre del fútbol.
Por undécima vez en las últimas trece ediciones está en semifinales de Champions.
Una comparecencia para convencidos. El esqueleto moral del barcelonismo ha sufrido mucho con esto.
Laporta compareció al fin para presentarnos a Enríquez Negreira como un eficaz estajanovista que emitió tantos informes que se ha tardado en reunirlos.
Al Valencia, además, le salió cruz dos veces en el VAR, quedándose sin dos penaltis con los que soñó.
Vinicius juega a pierna cambiada, pero su papel es el de extremo de ‘cuando entonces’.
Lo de esta noche es otra cosa, no hay liebre, no hay listón, nadie sabe cuántos goles hacen falta.
De lo que dijera antes Baena no hay constancia. De lo que sí la hay es del puñetazo de Valverde.
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