Ahora viene el Borussia, que encabeza esta joven clasificación de la novísima Champions.
El domingo lo cerró el Barça, un líder sin ultras, como sin ellos está el Madrid, y ninguno de los dos los echa en falta.
Nadie diría, viendo el partido, que no estaban por baja médica siete titulares de la final ante Inglaterra.
Para recibir hoy a Serbia sólo están aptos cuatro de los once titulares de la final de la Eurocopa.
Ganamos el partido y no se lesionó nadie, y casi diría que, tal y como están las cosas, lo segundo es tan importante como lo primero.
Le queda por escribir una última página, la Copa Davis en Málaga a finales de noviembre.
El calendario ha llegado a ser tan asfixiante que algunos jugadores van a tener que ir eligiendo.
Ha sido bandera de esa generación que ha protagonizado los mejores años en la historia del Barça y también de la Selección, cuyo título cumbre va inseparablemente unido a su nombre (“Iniesta de mi vida!”).
Especialista puro, ha elevado el rango de esa posición por su categoría como jugador.
Domingo de intensidad futbolera, que se inició con la desgraciada confirmación de que la lesión de Carvajal es grave.
Ancelotti lleva tiempo organizando la sustitución de su imponente media Modric-Casemiro-Kroos.
Ahora que no sabemos a qué se enfrenta el mundo, se hace más patente eso de que el fútbol sólo es la más importante de las cosas pequeñas.
El estadio pitó a los jugadores cuando al final del partido acudieron al fondo a aplaudir.
Koke se hace cargo del puesto de medio centro, falto de especialista en la plantilla, y cumple.
Con la instrucción tan reciente, los árbitros van como motos a cumplir ciegamente la última orden y en eso estamos.
El número de lesiones aumenta en nuestro fútbol rico y saturado de partidos.
La fuerza de este Barça reside en la fe de todos y en su tremendo triplete de ataque, Lamine-Lewandowski-Raphinha.
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