Un padre constructor y un hijo arquitecto construyen esta casa sostenible de 80 m2 en un pequeño pueblo rural de Córdoba
Construida con materiales de proximidad, esta vivienda busca demostrar que la sostenibilidad también es posible en pueblos pequeños.
En el tranquilo pueblo de Encinas Reales (Córdoba), una vivienda de apenas 80 metros cuadrados se ha convertido en un ejemplo de sostenibilidad, ingenio y trabajo en familia. La historia detrás de esta casa es la de un padre constructor y su hijo arquitecto, que unieron fuerzas para levantar una vivienda sencilla, cómoda y respetuosa con el entorno para disfrutar en familia
El resultado es Casa Libertad, llamada así por la avenida donde se ubica. El proyecto se levanta sobre una parcela estrecha, de unos 20 por 7 metros, junto a un olivar en las afueras del pueblo.
Su diseño se centra en aprovechar al máximo el espacio y la luz natural: la vivienda se cierra al exterior para protegerse del calor, pero se abre hacia el interior mediante patios que iluminan y ventilan las estancias, creando un ambiente íntimo y fresco durante todo el año.
El proceso de construcción fue un verdadero trabajo en equipo. El padre, con años de experiencia en la obra, se encargó de casi todo el trabajo manual: muros, cubiertas, electricidad y hasta el jardín. Su hijo, desde la arquitectura, aportó la visión general y las soluciones técnicas para hacer la vivienda eficiente y moderna. Juntos combinaron sabiduría tradicional y diseño contemporáneo, demostrando que la sostenibilidad también puede nacer de la experiencia y la colaboración familiar.
Un ejemplo de sostenibilidad
La casa utiliza materiales locales y técnicas de toda la vida, como ladrillo perforado, bóvedas catalanas y suelos de terrazo hechos por artesanos de la zona. Además, el diseño aprovecha la ventilación cruzada y la inercia térmica de los materiales para reducir el uso de calefacción o aire acondicionado.
El interior se organiza de forma práctica: en la planta baja se ubican el salón, la cocina y el dormitorio principal, todos con acceso directo al patio. Arriba hay una pequeña habitación de invitados y una terraza con vistas a la sierra.
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“Si no fuera mi hijo, lo habría mandado a paseo”, bromea el padre al recordar las discusiones en obra. Pero al final, el esfuerzo compartido dio como fruto una vivienda pequeña, acogedora y eficiente que demuestra que con 80 metros bien pensados se puede construir un hogar lleno de vida y sentido.
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