Si duermes con la ropa de calle en vez del pijama, la psicología dice que probablemente tienes estos tres rasgos comunes
El doctor del Pliego nos cuenta a Diario AS que “este tipo de conducta suele ser una señal de estrés o desconexión, consecuencia de una vida acelerada en la que todo va muy rápido y faltan rituales saludables que fomenten el autocuidado”.


Dormir con la ropa puesta dice mucho. Falta de higiene (la cantidad de suciedad de todo el día fuera de casa van directa a tus sábanas). Falta de tiempo, ¿de verdad no puedes parar un momento y ponerte un pijama? Estrés, no te da la vida (ni para detenerte unos segundos en un gesto simple y saludable a todos los niveles). Para algunas personas es un signo de dejadez absoluta y dar ninguna importancia al hecho de dormir, tan importante para la salud física y mental. Para las perfeccionistas, hacer algo así sería impensable porque el descanso es sagrado, y el ritual también.
José Martín del Pliego, psicólogo afincado en Segovia, responsable del área de psicología del Centro Médico Los Tilos, así como delegado de la Escuela Oficial de Hipnosis de Castilla y León nos cuenta a Diario AS qué rasgos definen a una persona que duerme con la ropa puesta, ya sea perfeccionista, ya sea dejado, ya sea una muestra de estrés o falta de autocuidado.
Pregunta - ¿Qué mecanismos psicológicos podrían explicar que una persona duerma con la ropa de calle en lugar del pijama? ¿Podría estar relacionado con su nivel de estrés, su sentido del autocuidado o su relación con las rutinas?
Respuesta - Los mecanismos psicológicos que están detrás de dormir con ropa están relacionados con altos niveles de estrés, en los que la persona busca un alivio inmediato al echarse a la cama “como sea”. En ese momento no está pendiente ni siquiera de sentirse cómoda; lo único que quiere es un alivio a corto plazo, y por eso se acuesta de esa manera.
También hay una desconexión del cuerpo. Esa desconexión implica no percibir la incomodidad física: no sentir lo molesto que es no poder moverse bien por estar con la ropa, el cinturón o incluso, a veces, con los zapatos. La persona está tan desconectada de su mundo interno que no se percibe a sí misma.
En otras personas, esto puede tener que ver con la dificultad para hacer pausas reales, para parar y desconectar de todo, con la sensación de que no pueden relajarse del todo. Hay quienes no se permiten entrar en ese estado de relajación.
Algunos rasgos de personalidad, como una alta necesidad de logro o de eficiencia, pueden reflejar una hiperactividad mental que mantiene al cuerpo en guardia, incluso durante el sueño. Es la misma dificultad para desconectar de la que hablábamos antes.
En otras personas, especialmente en aquellas con una fuerte necesidad de control, puede existir un estado de inseguridad o hipervigilancia que las lleva, de forma inconsciente, a querer estar siempre listas “por si pasa algo”. En ese estar listas entra también el mantenerse con la ropa puesta, como una forma de conservar el control.
Hay, además, personas con gran resistencia a la vulnerabilidad, que no toleran sentirse desprotegidas. Para ellas, el pijama simboliza descanso y desprotección, por lo que prefieren mantenerse en un estado de “alerta”, como si quisieran estar siempre en pie de guerra. Son capaces de echarse un rato con la ropa puesta para, en caso necesario, poder activarse rápidamente y salir de ese estado de descanso o vulnerabilidad.
En cualquier caso, siempre se observa un patrón común: una dificultad para soltar el control y entregarse plenamente al descanso.
P - ¿Refleja hábitos circunstanciales del estilo de vida moderno?
R - Creo que no siempre se trata de que una persona sea desorganizada o tenga un descontrol de impulsos. Más bien, pienso que esto refleja una mentalidad productiva, en la que descansar se percibe casi como una pérdida de tiempo.
Esto ocurre en personas que tienden a priorizar la actividad y la estimulación constante por encima del autocuidado, dejando este último en un segundo plano. Sin embargo, hay otras personas más tranquilas y complacientes con los demás, a quienes dormir vestidos puede ocurrirles por dejadez o agotamiento, más que por estrés. Estas personas no funcionan tanto desde el estrés, sino desde la falta de energía o el deseo de no pensar más. Es una forma de abandono rápido: están tan pendientes de otros y tan enfocados en agradar, que dejan de ocuparse de sí mismos.
Todo lo contrario sucede con las personas perfeccionistas. Ellas nunca se irían a la cama vestidas, porque lo vivirían con culpa. Para ellas, el orden y el ritual son fundamentales, y el descanso es algo sagrado. En definitiva, dependiendo del tipo de personalidad, se puede activar una respuesta u otra.
Este tipo de conducta suele ser una señal de estrés o desconexión, consecuencia de una vida acelerada en la que todo va muy rápido y faltan rituales saludables que fomenten el autocuidado. Por lo general, la persona que no se acuesta sin ropa tampoco se da duchas agradables ni lleva una buena alimentación; este comportamiento suele ir acompañado de otras conductas de falta de autocuidado.

P - ¿Qué rasgos pueden tener comunes las personas que duermen con la ropa de calle?
R - Los rasgos comunes serían la dificultad para desconectar o delegar el control. Es como si no se permitieran soltar; necesitan estar generando control en todo momento. El pijama, en ese sentido, representa una forma de desconexión para la cual no están preparados.
Otro punto, creo, sería la alta tolerancia al malestar físico. Esa alta tolerancia hace que, como mencionábamos, dormir con ropa –algo incómodo, más apretado y que dificulta el descanso– no les resulte un gran problema. Estas personas viven más en la mente que en el cuerpo, por lo que pueden soportar estados de malestar físico con bastante facilidad.
Y un tercer aspecto común sería la ausencia de rituales de autocuidado. No me refiero a falta de higiene ni a descuido en ese sentido, sino a la carencia de pausas conscientes: hacer las cosas con calma, comer despacio, tomarse microdescansos. No prestan atención al cuidado personal en esos pequeños detalles.
Noticias relacionadas
En resumen, dormir con la ropa no es un simple descuido, es algo más. Es un reflejo de cuánto nos cuesta parar, de lo difícil que nos resulta detenernos. Es como si el cuerpo pidiera descanso, pero la mente –que siempre quiere estar rindiendo, que busca control y seguridad—–o fuera capaz de ponerse el pijama. Y si la mente no se pone el pijama, metafóricamente, el cuerpo tampoco lo hace.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí






Rellene su nombre y apellidos para comentar