Se inyectó veneno de serpiente cientos de veces: ahora su sangre puede “revolucionar” los antídotos en todo el mundo
El experimento extremo de un autodidacta ha dado paso a un avance prometedor en el tratamiento de mordeduras de serpiente, un problema que mata a miles cada año.

Durante casi 18 años, el californiano Tim Friede desafió los límites de la biología y el sentido común. Se inyectó pequeñas dosis de veneno de serpientes mortales y llegó incluso a dejarse morder por ellas. Lo que para muchos parecía una temeraria obsesión, terminó llamando la atención de la ciencia.
El inmunólogo Jacob Glanville, al ver reportajes sobre Friede, no solo encontró una historia excéntrica. Vio una oportunidad. “Pensé que podía haber algo valioso en su sangre”, declaró. Y no se equivocó.
Glanville, junto con el profesor Peter Kwong de la Universidad de Columbia, analizó una muestra de 40 mililitros de la sangre de Friede. En ella descubrieron una rica concentración de anticuerpos capaces de neutralizar potentes neurotoxinas. Tras años de investigación, desarrollaron un cóctel experimental que mostró resultados sorprendentes en ratones.
Este nuevo antídoto logró protección contra el veneno de 19 especies distintas de serpientes. Una cobertura sin precedentes para una sola fórmula.
Las mordeduras de serpiente provocan la muerte de unas 200 personas al día y dejan a otras 400.000 con secuelas permanentes, en su mayoría en países del hemisferio sur. Desde hace décadas, los antídotos tradicionales se fabrican mediante un método lento y arriesgado: se extrae veneno, se inocula a caballos y se extraen los anticuerpos de su sangre. El proceso puede provocar efectos secundarios graves, como reacciones alérgicas, además de ser costoso y poco eficiente.
¿Qué tiene de especial el nuevo antídoto?
El antiveneno desarrollado por Glanville y su equipo se compone de solo tres elementos clave: LNX-D09, un anticuerpo extraído de la sangre de Friede, efectivo contra seis especies; varespladib, un inhibidor de enzimas que ya se encuentra en fase de ensayo clínico en humanos; y SNX-B03, un segundo anticuerpo de Friede que amplía la cobertura a 19 especies.
El resultado fue una tasa de protección del 100% en 13 especies, y entre un 20% y 40% en las seis restantes. Aunque los ensayos en humanos aún no han comenzado, los expertos lo consideran un paso revolucionario.
El investigador Peter Kwong señala que, por ahora, el estudio se centra en serpientes elápidas, como cobras o mambas. Pero el equipo ya trabaja en ampliar la protección a los vipéridos, que incluyen a muchas víboras y serpientes de cascabel. De lograrlo, podríamos estar frente a un pan-antídoto universal.
También se prevén estudios de campo en regiones como Australia, donde todas las serpientes peligrosas pertenecen al grupo elápido. Esto permitiría incluso aplicaciones veterinarias inmediatas.
De la obsesión al laboratorio
Tim Friede dejó de inyectarse veneno en 2018 tras sufrir algunos efectos adversos. Hoy trabaja para la empresa Centivax, fundada por Glanville, que busca comercializar este antiveneno de nueva generación.
Aunque su camino fue extremo, el resultado podría salvar miles de vidas, su contribución ya está escrita en la historia de la medicina.
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Si las pruebas clínicas confirman su eficacia en humanos, este tratamiento podría transformar por completo la respuesta médica ante mordeduras de serpiente, especialmente en regiones rurales con acceso limitado a atención urgente.
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