Sale a la luz un palacio de 500 años en la catedral de Cuenca
La Catedral de Cuenca recupera un palacio oculto para crear un museo textil, un “espacio espléndido” según su director.
La Catedral de Cuenca es uno de los signos más emblemáticos de la ciudad manchega. Una obra arquitectónica que incluso a día de hoy sigue asombrando a todos aquellos que deciden visitarla. Y es que, aunque su construcción date del año 1196, durante el reinado de Alfonso VIII, todavía se siguen sacando a la luz secretos que se esconden dentro de esta catedral.
Un último ejemplo se encuentra sobre la capilla de los Caballeros, donde se ha vuelto a abrir un espacio que estuvo dedicado a un antiguo palacio de más de 500 años que ahora se pone como objetivo para albergar un museo de tejidos para mostrar todas las telas centenarias que alberga el edificio.
Tejidos del siglo XV
Según el director de la catedral Miguel Ángel Albares, la recuperación de un espacio dentro de la catedral es sinónimo de más visitantes. Ahora, con lo que ha venido a denominar como “La Casa de los Capellanes” sobre la Capilla de Caballeros, se puede ofrecer “un espacio espléndido” que hay que recuperar.
Su objetivo es instalar un museo de tejidos dentro de este espacio ya que, según apunta Migue Ángel, “en la catedral hay tejidos valiosísimos de hasta el siglo XV”. Su deseo es conseguir esto en un pequeño periodo de tiempo, por lo que ha afirmado que necesitará “alguna ayuda institucional que pueda acelerar los procesos”, ya que la propia catedral no puede permitirse este gasto.
Una capilla de 800 años
El arqueólogo de la Catedral, Santiago David Domínguez, ha explicado los orígenes de esta Capilla de los Caballeros. La capilla sobre la que surge este espacio palaciego tiene su origen en el siglo XIII, cuando el que fue tutor del rey Alfonso XI, García Álvarez de Albornoz y su cónyuge, Teresa de Luna, le cortaron la cinta para dedicarla al entierro de su linaje.
Este espació se reformó a la vez que la finalización de la girola de la Catedral, entre los siglos XV y XVI, y que una vez terminada, se reforma también la Capilla de los Caballeros de la mano de Luis Carrillo de Albornoz. Es aquí donde coge forma la Casa de los Capellanes, “estancias palaciegas” que además abrieron ventanas para tener vistas a la calle San Pedro, “donde estas familias tenían propiedades”.
Una estancia que esconde secretos más allá del tiempo en el que estuvo operativa. Tristemente, una vez que cayó en desuso, sus paredes sirvieron como lienzos de grafitis e inscripciones que ahora tocará estudiar.
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