Pide un préstamo para pagar la boda de su hijo y se queda sin casa
Contactó con una falsa prestamista a través de internet y acabó firmando la venta de su domicilio.
Una madre hace lo que sea por sus hijos y esa fue la razón por la que María de Fátima pidió un préstamo que acabó siendo una estafa para quitarle su casa. Su hijo quería casarse y le pidió dinero a su madre que, al no tenerlo, comenzó a buscar préstamos por internet para conseguir el dinero suficiente para pagar la boda de su hijo, unos 11.000 euros.
Ocurrió en Setúbal, Portugal, María de Fátima Gonçalves contactó con una supuesta empresa que ofrecía prestamos llamada White Finance y un día después María de Fátima se reunió con Liliana Lopes, que se presentó como consultora especializada en finanzas.
Firmó la venta de su casa.
El préstamo ascendió a 11 mil euros, pagados en una cuota mensual de 250 euros. Como garantía del préstamo existía una hipoteca sobre la casa de María de Fátima, como es habitual en varios préstamos personales. Tiempo después la mujer atravesó problemas económicos y tuvo varios problemas en el pago de las cuotas. Es entonces cuando aparecieron dos nuevos actores en la trama, que ofrecieron reducir la cuota y gracias los engaños que sufrió y la inocencia de la mujer, la nueva cuota pasó a ser de 400 euros mensuales.
La hija de María Fátima, empezó a sospechar de lo que ocurría porque de vez en cuando su madre le pedía dinero aparentemente para comida. Aunque le resultó raro, pensó que se trataba de la cuota de la hipoteca de su casa. Sin embargo, después de indagar se dio cuenta de lo que de verdad estaba ocurriendo y contactó con un abogado.
El jurista con el que habló le explicó la situación y confirmó que su madre había sido víctima de una estafa. Según lo que inconscientemente había firmado María Fátima, desde el momento de la firma del supuesto préstamo, su casa pertenecía a sus acreedores y la cuota que estaba pagando era realmente un alquiler por vivir en ella.
Una vez conocida la estafa, la hija de la afectada explicó como sucedió todo: “No se leyó nada en voz alta. Ni siquiera han estado en un escritorio normal. Estaban sentados en un banco donde les decían y siempre eran muy amables”. Tras lo sucedido, los falsos prestamistas fueron denunciados por María Fátima y por otros tantos afectados y la fiscalía portuguesa acabó actuando de oficio y acusó a los estafadores de estafa y usura agravada.
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