Ni el Mediterráneo ni el Arábigo: este es el único mar en el planeta que no toca ninguna tierra emergida
El mar de los Sargazos se encuentra ‘atrapado’ entre cuatro corrientes de agua en el Atlántico Norte. Fue descrita por primera vez por Cristóbal Colón.


Tradicionalmente, a lo largo de la historia se ha hablado de ‘los siete mares’: mar Negro, mar Rojo, mar Caspio, mar Mediterráneo, mar Adriático, mar de Arabia y golfo Pérsico. Pero ese número se ha ido actualizando con las diferentes masas de agua y, según la Organización Hidrográfica Internacional, hay en la actualidad 57 mares diferentes en todo mundo.
Más grandes o más pequeños, en uno u otro continente, hay uno que llama especialmente la atención: es el mar de los Sargazos, en América. Es llamativo, más que por el mar en sí, por su situación: no tiene ningún tipo de costa y se encuentra dentro de una corriente de agua circular, el llamado giro del Atlántico Norte (en el correspondiente océano).
Este mar, de aguas tranquilas, está cubierto por unas algas de color marrón y que desprenden un fuerte olor (conocidas como Sargassum, de ahí el nombre del mar) y se le conoce también como la ‘mancha de basura del Atlántico Norte’. Se encuentra delimitado por las corrientes del Golfo (al oeste), del Atlántico Norte (al norte), de Canarias (al este) y la Ecuatorial del Atlántico Norte (al sur). Con estas cuatro corrientes en círculo, la masa de agua que hay en su interior queda atrapada.
Y, a pesar de que estas corrientes depositan plantas marinas y desechos en el mar, el agua del mar de los Sargazos tiene un fuerte color azul y una increíble claridad, con una visibilidad submarina de hasta 60 metros. Pero, además, es un “paraíso de la biodiversidad” que realizan un papel importante en el ecosistema del Atlático Norte.
Según la Comisión del Mar de los Sargazos, algunas especias de anguilas en peligro de extinción acuden a sus aguas a reproducirse, mientras que ballenas (sobre todo, cachalotes y ballenas jorobadas) migran a través de este mar, así como otras especies marinas como el atún.
Descrito por primera vez por Cristóbal Colón
Además de su papel para preservar la biodiversidad, cuenta también con una rica historia literaria. El primer relato escrito de este mar de los Sargazos corresponde a Cristóbal Colón, quien en sus diarios de expedición de 1492 hablaba de unas extrañas algas marinas, que escondían bajo ellas aguas poco profundas que podrían hacer encallar a los barcos. También destacaba la falta de viento, que les podía impedir regresar a España.
Este desconocido mar cuenta con una superficie de unos 3.500.000 kilómetros cuadrados, en los que se acumulan el plancton y las algas que le dan nombre. Un nombre que recibió por parte de navegantes portugueses: el sargazo es un alga que se mantiene a flote por vejigas llenas de gas, y a estos viajeros, procedentes de un país donde abundan las vides, les parecieron racimos de uvas de la variedad del salgazo.
Ahora, el aumento del transporte marítimo en la región hace que esta alga se encuentre amenazada, con el ruido submarino, la liberación de productos químicos o la sobrepesca. Además, el cambio climático está haciendo que el mar sea más cálido, salado y ácido desde el principio de los registros, allá por 1954.
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