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SOCIEDAD

Muere un hombre al caerle 15.000 quesos Grana Padano

Giacomo Chiapparini, de 74 años y propietario de la granja en la que se encontraba trabajando, falleció después de que se hundiera una estantería repleta de ruedas de queso.

Muere un hombre al caerle 15.000 quesos Grana Padano

Tragedia en el norte de Italia. Algo falló en la estantería metálica que sostenía las existencias de queso Grana Padano del almacén, lo que se tradujo en una avalancha de ruedas lácteas que no tuvo piedad con el propietario de la granja en la que ocurrió el derrumbe. El incidente tuvo lugar poco antes de las nueve de la noche del pasado domingo 6 de agosto. Al final de la madrugada, el cadáver de Giacomo Chiapparini, de 74 años, apareció.

El cuerpo fue encontrado por los bomberos de Bérgamo después de una noche de intensa búsqueda. Según ha informado el Corriere della Sera, todavía se desconoce el motivo por el que se vino abajo la estantería, que produjo un efecto dominó con las baldas contiguas y, a la postre, resultó culpable de la pesada lluvia mortal de quesos.

Dicho almacén, destinado a la maduración en ruedas de estos lácteos, está dedicado en su totalidad al Grana Padano. Son 10 pasillos colmados de arriba abajo y de un lado a otro, con unas 1.600 piezas por galería. Cuando Chiapparini entró, tal y como relata el rotativo italiano, únicamente se disponía a programar un robot cuya función es girar de manera automática los quesos para su correcta maduración. Y de repente le cayó todo encima.

Los instantes posteriores a la avalancha

Lo que se escuchó de puertas para afuera fue un estruendo que difícilmente iba a pasar desapercibido. El hijo del granjero, junto a algunos empleados, acudieron rápidamente. Dieron la voz de alarma al perder la suya propia. En poco tiempo ya se había desplegado un dispositivo con 21 unidades de bomberos procedentes de Bérgamo, Treviglio, Romano y Dalmine, que, mano a mano con los servicios de emergencia, hicieron de la noche un trabajo hercúleo.

Doce horas después lo consiguieron, aunque no hubo alegrías. El final fue devastador: el cuerpo de Chiapparini, aplastado por las existencias de su empresa, que comerciaba con Grana Padano desde hacía 17 años. Su pequeño imperio empezó con un establo y terminó con una quesería de prestigio. Y allí, enterrado en ruedas de queso, estaba su cadáver.