Las tres razones por las que el rescate del Titan es casi imposible
A los 3.800 metros de profundidad que se encuentra el Titanic el oxígeno se vuelve tóxico. Además, el peso del Titan, de 10.000 kilos, supone un problema añadido para su rescate.
El Titan está en una situación doblemente inusual. Primero, porque tan solo un puñado de vehículos son capaces de aguantar las presiones de profundidades marinas cercanas a los 4.000 metros. Segundo, porque hay muy pocos ejemplos históricos de misiones de rescate en circunstancias similares. Los responsables de la operación de recuperación no quieren pillarse los dedos, por lo que barajan todas las hipótesis posibles. Tanto las de feliz desenlace -ya muy poco probables- como las de final fatal.
Una de las mayores incógnitas es dónde se encuentra exactamente el sumergible. La vasta extensión de terreno submarino a explorar multiplica exponencialmente la dificultad de las labores de la Guardia Costera. De momento, la mejor pista es la recepción de una señal constante proveniente de las profundidades, desde un punto cercano al naufragio. Sin embargo, tampoco se sabe a ciencia cierta que esta comunicación provenga del Titan. Por lo tanto, tampoco se pueden descartar otras hipótesis.
La que haría más probable la recuperación con vida de las cinco personas perdidas sería que se hubieran activado los sistemas de emergencia. ¿Por qué? Pues porque el vehículo está programado para, en caso de detectar una incidencia mayor, regresar a la superficie automáticamente. Esto facilitaría enormemente la tarea de localizarlo, pues podría ser avistado flotando desde un avión o uno de los barcos desplegados. Pero, cuanto más tiempo pasa, más inverosímil se hace este escenario.
Muerte fulminante o agónica
Otra posibilidad sería que el Titan hubiera llegado al fondo marino y, una vez ahí, hubiera sufrido una avería o se hubiera enganchado algo, lo que significaría que no ha podido regresar a la superficie. De haber sucedido esto, se puede descartar casi por completo la posibilidad de salvar las cinco vidas. Aunque, con tiempo y empeño, se pudiera recuperar el sumergible, el proceso tardaría demasiado en completarse, y los tripulantes ya están cerca de quedarse sin oxígeno.
Tampoco se puede descartar que un fallo catastrófico en la cápsula pudiera haber ocasionado su destrucción fulminante al haber cedido a la gran presión existente a 3.800 metros de profundidad -que multiplica por 380 la que hay en la atmósfera-. A pesar de que esto significaría que, evidentemente, todos los hombres habrían muerto, al menos descarta también el angustioso escenario de que se fueran quedando sin oxígeno poco. En cualquier caso, las autoridades parecen no haber tirado la toalla, y continúan manteniendo viva la remota posibilidad de que todo esto pueda acabar lo mejor posible.
No obstante, a todas estas eventualidades que elevan la perspectiva de recuperar con vida a los tripulantes a la categoría de imposible se añaden otros impedimentos logísticos que hacen que, incluso aunque se localizara con precisión el Titan, la realización de un rescate fuera prácticamente irrealizable. Para empezar, el vehículo del que dispone Estados Unidos para hacer rescates submarinos solo puede sumergirse hasta los 600 metros, por lo que la única posibilidad sería hacerlo todo con naves no tripuladas. Pero hasta esto presenta obstáculos insalvables. Las máquinas de este tipo solo pueden levantar unas 2 toneladas, y el Titan pesa más de 10. Además, a la profundidad a la que se encuentra el Titanic el oxígeno se vuelve tóxico, siendo necesario un gas especial.